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Saber volver

Es bueno volver a tu lugar de origen, aunque sea para comprobar con tus propios ojos que las cosas no han cambiado tanto. También es gratificante prometerse algo a sí misma, ilusionarse y llevar a cabo un propósito, sí, paradójicamente un propósito que llega antes de finalizar este año y comenzar uno nuevo que está a la vuelta de la esquina, con los ojos medio cerrados y los dedos cruzados. Proponerse, por ejemplo, reencontrarse con la amiga de la infancia, y poder compartir tiempo, charlas, confidencias...pero sobre todo tiempo. También es bueno volver a ver a personas que hace casi una década que no ves, y la intriga te inunda por saber cómo estará, cuánto habrá cambiado, o en definitiva, cómo se encuentra su vida.

Es bueno ilusionarse, comprar un par de billetes y escaparse. Difícil que ciertas personas no comprendan por qué te marchas, difícil que tu madre ponga una bonita sonrisa mientras te marchas cuando es casi Navidad y probablemente te quiera para sí misma. Pero ella siempre me tiene, quizá debería comprender que necesitaba esto. Que es algo que me debía hace mucho tiempo, y éste era el momento. Nunca lo hubiera imaginado, pero ha llegado así sin más y debo seguir caminando, sin miedo a nada. Sin miedo a cualquier bache que pueda aparecer, y sin miedo, también, a los días soleados que de tanto brillo, puedan hasta asustar. De los bellos que son, y de la belleza que nos aporta a nuestros días. A nuestros días de diciembre, casi de invierno.

Es bueno recordar, pero es todavía mejor intentar revivirlos, o crear otros mejores a base de abrazos nuevos, palabras de antaño y miradas sentidas. Es bueno querer y sentirse querido, sentirse cerca de quien se alejó y acariciar a quien se quedó a un margen porque la vida nos separó. Es bonito saber volver. Y retener las lágrimas e intentar controlar nuestras manos, que tiemblan, de ilusión, tal vez, de nervios y a la vez de tanto amor. Amor que siempre se quedó por dar, en cualquier escondite que no supimos encontrar, o que los demás nos habían hecho olvidar, por egoísmo, o quizá por amor también.

Saber volver. Me gustan estas dos palabras. Y todavía más saber que puedo acortar distancias  y volver a querer.

 

...Y en cierta manera... sé que vuelvo a casa por Navidad...

Pañuelo

Pañuelo

Hoy me duelen las piernas, las rodillas, y si cabe, también los pies. No sé si es de andar, sólo sé que, ahora, puedo decir en voz alta que no es de tropezar. Al menos, no, no ahora. No me duele el corazón, al menos no tanto como en años pasados. Y el alma, se mantiene intacta. Deja sentirse, deja que se avalancen sobre ella pero con suavidad y cariño. Con restos de amor descafeinado. Con retales de dulzura interminable. Con cosas por decir y por dar. Por recibir. Hoy no me duelen los ojos de llorar ni la boca de no sonreír.

Quizá hasta tenga calor en esta mañana de diciembre y me apetezca desnudarme el cuello, y que entres en mis entrañas. Y que te quedes, si quieres. Invitado, estás. Puedes pasar, quedarte, acariciarme. Puedes hacer eso y contarme qué has soñado esta noche, y si pasée a tu lado, o si escuchaste mi voz. Puedes acariciarme el pelo, desordenármelo, quitarme los pendientes y hacerme otro nudo al pañuelo que me puse para ti.

Quizá hasta te quiera y no sepa decírtelo. Quizá hasta te tenga, y no sepa verlo.

Que me apeteces

No entiendo por qué la vida nos ha puesto tan lejanos. Ni siquiera comprendo por qué mi vida tuvo que separarnos. Justo cuando estábamos conociéndonos y todo podía empezar a ir bien. Sí, pude cegarme por razones que en aquel entonces eran más que estúpidas, pero tú siempre estuviste ahí. Paciente, tranquilo, pero sobre todo, sonriente. ¿Y sabes una cosa? Creo que las tres cuartas partes de mi vida las he pasado sonriendo. No sé si eso significará algo, no sé si algunas sonrisas me sacaron de algún apuro o si todas ellas me hicieron realmente feliz, pero ahora creo que puedo serlo. Porque has aparecido, de nuevo y supongo que no hay nada mejor que eso.

No concibo que tú seas el peón negro y yo el alfil blanco, y no nos podamos cruzar, ahora, ahora mismo. Ni tocar(nos). Pero existe todo lo demás, que  prepondera a cualquier otro obstáculo en el que ya no pienso porque sé que no es suficiente para alejarnos (más y de nuevo). Te siento cerca y eso me hace sentir bien conmigo misma. Te oigo y se me acumulan las sonrisas, unas detrás de otras. Te leo, y me muevo rapido porque tengo ansias de ti. Eso, eso y más. Y a veces no puedo expresarme y no sé como hacerte entender...

...que podemos conseguir que no volvamos a estar tan lejos, si tú me esperas. Si sigues siendo paciente y si sigues pensando que esto vale la pena, que puede ser real. Y sigo sonriendo, porque ya no me hace falta abrir los ojos para saber que esto está en mi vida, y que tú la has cambiado. Que me apeteces, que yo también te espero.

Órdenes de preferencia

Me pregunté si prefería perder(te) a olvidar(te). Me pregunté al cabo de diez segundos, si ambas cosas no terminarían por significar lo mismo. Tampoco me importó. Dejé de pensar, pero no de preguntarme. Ilógico, tal vez. Pero tampoco me importa (ya).

Me pregunté si prefería quedarme al margen o seguir contando en tu vida. Me pregunté si era mejor mirar para atrás con el fin de coger impulso, o de mirar hacia delante ignorando la cantidad de hostias que podrían esperarme si avanzaba. Me pregunté si era eso lo que yo quería, o retroceder y pedirte que cambiaras. Me pregunté si eras de verdad así, o era la vida. Que todo lo jode,deforma,cambia,mueve de sitio y transforma de una manera alucinante. Me pregunté si era aquello lo que tenía que pasar para mirar a la vida con otros ojos, o si simplemente eras tú, viviendo otra vida, preocupándote por ti, por ti, después por ti. Me pregunté si era eso lo que más me dolía, o si era la ausencia de tus ojos en mis ojos. Me pregunté si yo me lo merecía, o si lo que debía hacer era salir corriendo.

Y de alguna manera, lo he hecho. No estoy demasiado lejos, ya sabes, físicamente. Pero en realidad, estamos a años luz. No ya sólo de entendernos, como me gritaba en silencio hace meses. Sino que estamos a años luz de todo, de volver a saber mirarnos a los ojos sin dolernos, de volver a creernos cuando lancemos cualquier palabra, aunque estúpida, al aire que juntamente respiramos. A años luz de oxigenarnos. A años luz de querer aprender de nuevo cómo podemos recomponer(nos), como volver a constuir el muro. A años luz de volver a ser quienes éramos, si es que aquellas dos personas valían demasiado la pena como para compartir tanto tiempo juntos. A años luz de sentarte a diez cm de mí, en la misma alfombra que siempre para sacarme de quicio diciendome que esa no era la película que querías ver. A años luz de volver a compartir las tardes de los domingos. A años luz de marcar nuestro número de teléfono y escucharnos. A años luz de rozarnos la mano o mantenernos en silencio, diciéndonos todo a la vez. A años luz de que seamos personajes importantes, con un deseable guión y un bonito escenario.

Y quizá yo esté todavía a más distancia. Supongo que es así y no me da miedo admitirlo. Tampoco rabia. Podría ser diferente, sí, pero yo estoy bien así, y mentiría si dijera que no me ha costado aprender a no tenerte. Y sobre todo, aprender a restarle importancia al hecho de no poder confiar en ti. Siempre imaginé que no llegaría este momento, en el de tenerte a mi lado y no querer contarte mis problemas, porque no puedo depositar en ti la confianza que antes me sobraba (y a raudales). Pero es así. Creo que tú también lo has admitido, y estarás de acuerdo conmigo en que no hay nada mejor que eso. Bueno, igual mejor que eso sería que todo fuera más o menos como antes, pero yo ya no quiero eso. Sinceramente, no me apetece, no tengo ganas, y más que ganas, no tengo fuerzas. No puedo volver a empezar de 0, no puedo empezar de nuevo otra casa y comenzarla por el tejado no nos saldría rentable. Por lo tanto, sólo puedo dejarte palabras. Ya no suenan a cariño, tampoco a necesidad, ni a bienestar. Pero tranquilo, yo estoy bien, y seguiré estando bien porque todo está casi en calma. Mi vida no toca la tuya, y es así como quería que estuvieran las cosas. No he tardado demasiado ¿verdad? Nunca quise estorbar, nunca quise estar donde no me tocaba, y menos, donde no me apetecía.

Y entre mis órdenes de preferencia, se encuentra, y en los primeros puntos de la lista, el respeto. Es lo más preciado, lo más importante. Lo que debemos guardarnos aunque los años pasen y no sepamos (re)encontrarnos. Y en otro de los puntos, el esfuerzo mutuo de no volver a recordarnos reproches, ni a mencionar ciertas palabras que escuecen, a pesar de no sentir ya nada. Que el tiempo te cuide.

Yo estaré bien.

Días tranquilos

Días tranquilos

Como los días tranquilos en los que sientes que nada puede estropearse, como los días que te agarras a tu madre y llueve, sí, pero sólo un poco. Abres el paraguas, lo cierras. Te tirita la piel de los brazos y a tu pelo se le antoja jugar con el viento. Miras hacia cualquier lado, porque cualquier lado sirve. Cualquier ola merece ser contemplada, aunque estén algo enfadadas, aunque se enojen con la arena que les espera a la orilla... Pero este fue un día tranquilo, lo recuerdo, (me) recuerdo y sonrío, fue un día en el que la vida merecía muchísimo la pena. Porque entonces tenía cuanto necesitaba en ese momento. Las palabras, compañía y risas de una madre, y a la vez, la persona que más me ha sabido querer en mi v ida, y la que más me quiere a estas alturas de mi vida. La que me ofrece porciones de cariño hasta en los consejos y en los breves y continuados enfados desencadenados por motivos muy tontos, de los que terminamos riendonos, o de los que ni siuqiera nos acordamos cuando ella dice "vale", y yo "pues vale".

Como los días tranquilos caminando por una ciudad que acabas de conocer, y sientes que quieres quedarte, que no quieres volver porque sabes qué va a pasar. Qué vas a sentir. Te quedarías con los ojos cerrados y las manos abiertas, el corazón atento y el alma sellado a dedos desconocidos, de momento. Ese día fue así, bonito, alegre, perfecto. Pies cansados que querían seguir andando. Ojos brillando que querían seguir mirando. Manos frías que querían seguir calentando(se). Pasos firmes y sonrisa permanente. Nada mejor que eso. Nada mejor que vivir tu propia vida, obviando cosas que dejaron de importar hacía 1 día, 5 minutos o tres segundos. Y te olvidas de todo lo que te ha hecho daño, porque ni siquiera merece la pena recordarlo.

Como los días tranquilos, sentada sobre una roca, sintiendo, viviendo... Como ese día que volvería a vivir un día tras otro... donde todo lo banal queda lejos, y lo más importante, permanece cogido a tus tobillos, a tus manos y a tus brazos. Tu boca se abre para regalar sonrisas al mundo. Tus ojos llevan otro color y el día parece ser distinto. Porque es distinto. Y escapas de la vida que llevabas teniendo durante tanto tiempo... te desprendes de personas que ya no te apetece tener, te quedas con la persona que te vio nacer, y te ayuda a vivir, paso a paso. Y no , algo como eso, y como los días tranquilos, no hay nada.

Todo pasa y nada queda

Septiembre. Sí, duele tener que afirmarlo pero todos mis septiembres son jodidos. Recuerdo tres especialmente. En uno de ellos, se volvió a alejar de mí la persona que siempre me ha acompañado, la persona que siempre ha estado al cuidado de mí, la persona que sembró mi vida de cariño, de libros en forma de regalo y me despertaba a medianoche para enseñarme un pequeño Donald que había conseguido en la feria, para mí. (Echo de menos esos tiempos).

En el segundo de esos jodidos septiembres, descubro una verdad absoluta, una verdadera putada, una de esas cosas que se te quedan grabadas en el alma y no se te sueltan. Como un pellizo prolongado que te deja un par de lágrimas en los ojos, y se vuelven escarcha, y te acompañan todo el invierno. Un invierno que pasas igual de jodido que el mes de septiembre. Intentas resurgir, salir a flote, aunque sea a través de la respiración de las personas que te acompañan, te dan una palmada en la espalda y te dicen que estarán ahí.

El tercero de los septiembres, las cosas siguen cambiando. La rueda gira, pero esta vez, hacia el otro lado. Dejo de creer en la persona que aportaba su parte de sentido a mi vida. Dejo de confiar, de querer, dejan de apetecerme cosas, dejo de pensar. Lloro, sí, pero por la rabia de descubrir algo que no quería, de ver algo que no pensaba que vería en su ser, en su alma, y en su forma de actuar y tratar. Si es cierto que nadie somos perfectos, de hecho yo adoro la imperfección, pero creo que es innato tratar bien a alguien cuando le quieres, al menos cuando existe una mínima porción de cariño, que siempre ha estado ahí, y que nunca se borró del todo. Ni siquiera se empañó. O sí, en cuestión de poco tiempo, los pensamientos cambian, y los sentimientos también. Cuesta creerlo, pero he aprendido a ver esos cambios que duran horas a través de las personas. De las que me han rodeado. Ahora, si me quedo aquí sentadita, con las manos frías y el corazón caliente, pienso que sólo me duele recordar el primero de esos septiembres. Que el segundo y tercer septiembre me resbalan, que no me importan lo más mínimo. No me aporta nada pensar en las personas que se han encargado de hacerme sentir más pequeña de lo que ya soy, en robarme porciones de mí, en sacar lo mejor de mí y dejarme sin nada, o al menos, con lo que me hacía falta.

Lo bueno de pasar esta clase de septiembres, es que maduras como nadie, que aprendes como nadie, que no hace falta acudir a ningún tipo de clase especial o a algún tipo de terapia para que te expliquen en qué consiste la vida. porque ya lo estás experimentando. Y resulta que incluso a esas dos personas les debería dar las gracias. Han conseguido que deje de confiar en estupideces, en palabras disfrazadas de buenas mentiras, o penosas excusas. No, nunca se me dio bien eso de recibir excusas a tiempo. Porque ni a tiempo soy capaz de aceptarlas, ni justificarlas, claro. Es penoso también tratar de buscar alguna excusa para alguien que formó parte de ti ¿no? para alguien que te amó, en su justa o no medida. Supongo que yo misma me busco estos septiembres, por diversas razones que todavía siguen conmigo. Pero ya no lloro, ya pasó esa etapa. A veces los septiembres se alargan y la mitad de octubre también es jodida, pero entonces y de repente, encuentras motivos por los que sentirte llena de vida. Dejas de empapar la almohada, dejas de necesitar llamadas, dejas de leer palabras que tampoco te dirían nada, dejas de querer la presencia de esa persona que antes siempre estaba a tu alrededor (en tu entorno), ahora todo es diferente. Ya no quieres a esas personas en tu entorno, no te aportan nada, nada que te merezca la pena, nada que quieras contigo. Ni ahora, ni después. Y sentir esto, después de dolor y decepción, mola. Simplemente sonrío porque la etapa de asimilación llegó, y posteriormente, la de acomodación, me hizo sentir segura. Aprendí a vivir con cambios, y a partir de esos cambios empecé a tratar y a vivir. Y vivir es lo más bello y apetecible que tiene la vida. Sólo hace falta un par de sonrisas por las mañanas, tener las cosas claras, y echar pestillo a la puerta. También una mirilla, para ver quién está detrás, y decidir quien pasa, y quien no. Ahora todo está claro, clarísimo. Sé quien quiero que pase y arañe mi alma y rasque en las paredes de mi cuerpo para saber cada secreto, y descubrir cada uno de mis pensamientos con tan sólo rozarme, y dedicarme una bonita palabra. Una sola.

Olvido los jodidos septiembres, y me quedo con diciembre. Sí, hacía tanto tiempo que quería decir esto, y éste era el momento.

Feliz Diciembre a todos!

Alguien como tú

Podría quedarme quieta. Podría coserme la boca con el hilo azul que quedó guardado en la caja de mimbre, que ahora descansa sobre la vieja estantería que ocupa el rincón más bonito de la casa. Podría quedarme quieta, pero también podría hacer todo lo contrario. Regalarte una sonrisa, y agradecerte muchas cosas. Agradecerte que cada día me dejas palabras para que las lea cuando llegue cansada a casa, y agradecerte que me dejaste una bonita canción en mis oídos. Agradecerte que sacas buena parte de mí, la mejor parte, haciendome sentir que puedo dar(te) mucho más. Agradecerte que gracias a ti olvido por (muchos) momentos detalles y personas que (ya) no significan nada. Podría agradecerte que sanas mis sentimientos y espantas mis malos pensamientos, y mis pesadillas. Ésas de las que ya no hablo, porque tampoco tengo a nadie cerca que se preocupe por mí. Si duermo o no, si sueño o no, si sufro o no...eso queda a un margen, tras esa línea que nadie pisa, por desinterés, o por desconfianza o simplemente porque les basta vivir su vida, traspasar sus propios límites, y olvidarse, así, de las personas que un día estaban dispuestos a darlo todo por ellos. Pero agradecerte que me hagas sonreír por las noches y también por las mañanas, se queda corto. Has aparecido así, de repente, como el sol en las frías mañanas de diciembre. Como ese sol que calienta las mejillas y sonroja el alma. Como los días azules que llegan sin avisar, y nos hacen felices. Como los mejores abrazos y las más bonitas sonrisas... así eres. Así has sido. Has aparecido y los recuerdos vuelven a tener otro significado. Tú eres diferente, también, para mí, y eso me gusta. Me hablas de Neruda, lees los libros que yo leo y te gusta gastar tu tiempo y tus palabras conmigo. Me lanzas rayos de fuerza y te siento más cerca. Y deberías creerme. Acostumbro a abrir el alma de par en par, y aunque eso no deje de ser relativamente malo, me alegra que cada día sienta ganas de que sigas conociéndome, también, a través de mis palabras. Ellas saben bien qué decirte, cómo, y por qué. Podría agradecerte todo esto con un sencillo "gracias", mandarte un beso y pensar en ti, mañana. Pero no quiero eso. Hay días, como hoy, que sabes que debes destinarlos a personas que, sea por la razón que sea, te hacen sentir distinta, y mejor. Te aislan del mundo y te alejan de las cosas feas que habitan en tu día a día, y te cuesta desprenderte de ellas. Pero entonces llegas tú, como un refrescante soplo de brisa de verano, y cambias mis días. Aunque no lo imagines. Podría quedarme quieta, y callarme. Y tragarme las palabras cada tarde, pero no me apetece. Al menos, no hoy. Porque sigues ahí, y eso me sirve para que yo también siga, al menos, aprendiendo de cada lágrima.

Aunque me lo diga tarde

Me arrepiento de no haber sabido más de ti, me arrepiento de no haber ido a buscarte y decirte qué era lo que sentía. Me arrepiento de no haber tenido el valor suficiente, me arrepiento porque eras tú, y eso me bastaba. Éramos unos niños... pero no había nadie más, eras tú. Solamente tú.

Y cuando lo supe...pensé que no se podía hacer nada. Que ya todo se había terminado. Sentí mucha pena.. el último día cuando una de las etapas ya había llegado a su fin, y mucha más pena cuando dejé de cruzarme contigo, y saber que ya no estabas tan cerca mío. Pena porque no supe aprovechar mis momentos, y tus momentos. Pero me acuerdo de todo...y he sido siempre tan tonto... bueno, mejor dicho, me he hecho el tonto en demasiadas ocasiones, y tampoco me ha servido de mucho. Pero quería que lo supieras, porque así me quedo mucho más tranquilo. Y siento arrepentirme de algo que no hice, pero intento conformarme con que ahora lo puedas saber.  Y vuelvo a encontrarte, y a leerte... y es increíble. Pero la vida es así... a veces te da sorpresas, y otras tantas, ves que no puedes cambiar absolutamente nada. Pero estás ahí, tú, también, leyéndome, y todo lo cambias.

"Su pelicula"

Esa es la banda sonora de un video de 4 minutos, que lo hago porque me nace. Le pega, esa canción, a él, a sus ojos y a su manera de ser. La banda sonora que escuchan los mismos oídos que escucharon mi voz, ya un poco quebrada a altas horas de la madrugada. Con un cubata en la mano y con muchas ganas.

Nunca está de  más conocer a alguien que sabes que puede sorprenderte. Quiere vivir en el sur, y es reservado. Me ha dicho que a veces le visitan las musas, y que cuando así es, todo le sale mucho mejor. Que hace las cosas porque quiere, y también me ha confesado que aquella noche las musas le visitaron, cosa, de la que, evidentemente, me alegro. Fue una grata sorpresa, y quizá, yo, algo inesperado de aquella noche que fue precisamente lo que me hacía falta.

A veces idealizamos a las personas, pero no me hace falta idealizarle. Ya lo sabe...tiene un rostro perfecto. Ojos que hablan sin que la boca se pronuncie. Manos que se mueven sin necesidad de ningún compás. Voz que sale por sí sola y hace reír. Momentos que siempre valen la pena. Musas que ocupan parte de sus días y hacen así, que también ocupen parte de la vida de los demás. Y yo anduve entre él y sus musas, y sonrío por ello. A veces las personas más bonitas están escondidas en rincones que nunca visitamos por miedo a equivocarnos, o a perdernos. Pero creo que, a estas alturas, es mejor equivocarse, o perderse, incluso, que quedarse parado esperando que salga alguien del vagón de algún tren, que tampoco termina siendo el adecuado.

Me gusta su barba, y el color de sus ojos. Le intento sacar las palabras, y él sigue esperando a las musas. Pero yo sé que no tardarán mucho en volver. Me habla, y le hablo. Y me da las gracias, por dedicarle mi tiempo. Pero no se merecen. Se lo dedico porque a veces, y muchas de ellas (pero tampoco somos conscientes), es mejor dedicarle tiempo de nuestra a personas que aparecen porque sí, y no a personas que ya nos conocieron casi totalmente. Son ésas las que, si lo desean, deben saber qué seguimos sintiendo.

Me gusta que esté, y que aparezca, sin más. Me gusta así, sin añadidos, sin cosas de fondo, sólo él.

Su película.

Y sonrío.

Ahora, "sí"

..Y la pregunta vuelve a ser: "¿cortar por lo sano es lo correcto? ¿es lo que verdaderamente debemos hacer?", quizá hace algún tiempo, mi boca se hubiera pronunciado anticipandose a mi mente, diciendo un rotundo "no". Pero ahora todo es distinto. Ahora cortar por lo sano resulta ser una buena opción, una posibilidad más, tal vez la elección perfecta, para generar bienestar tanto en una como en otra vida. En las dos que terminan por separarse, (del todo), en las dos que decidieron alejarse más y más. Pero ya no hay preguntas, ni dudas, ni siquiera incertidumbre, porque siempre llega ese momento (aunque no queramos verlo, o admitirlo...), en el que algo termina, y a veces para siempre. Puede terminar bien, mal...o terminar sin intuir que ha terminado ya. Pero eso no me preocupa (tampoco). Lo que más me preocupa ahora mismo es lo que siento y lo que quiero. Y cortar por lo sano, sigue siendo mi mayor debilidad. A veces queremos lo imposible, otras...queremos algo que ya sabemos a priori que nos perjudicará tanto a corto como a largo plazo...y otras, dejamso de querer porque nos quitaron las ganas de querer algo. Cuando te quitan esas ganas, es lo peor que pueda pasarte. Dejas de interesarte en seguir alimentando una relacion que estaba limpia, sana, libre de reproches. Pero tambien llega ese momento en el que estás abajo en esa noria, y de repente, la otra persona, esta arriba, y te mira como si asi pudiera desafiarte, como si fueras menos/peor/ que el. Pero tu no te sientes mal, porque sabes que no es asi, que si te apuras, es al contrario. Porque tu pudiste cometer muchos errores, pero jamás obviaste a alguien de quien habias aprendido tanto, y tampoco olvidas algunas cosas que te hicieron sentir mejor. Pero pasa el tiempo y ves que no queda nada. Si, vuelve a no quedar nada. Pero ahora es otro capitulo, la misma historia, pero otro capitulo con otra escena y otra cara. Con otra sonrisa en la cara.

Resulta que cuando alguien que era importante deja de preocuparse por ti, le quitas todo el valor que podias haberle atribuido. Y te refugias en alguna persona que habia aparecido en tu vida, se quedo detras de una pared, y ahora vuelve, y te escucha, y te seca las lagrimas y te abraza, para asi, darte mas fuerzas. Luego estan esas personas que te escuchan por escuchar si es lo que hacen, o lo hacen hasta el final, porque una simple mosca o una vecina con tres bolsas en una mano y una revista en la otra, pasa a ser su mayor distraccion. Y tus penas, y las lagrimas que resbalan por ti, dejan de ser motivo de proteccion por los demas, hacia ti. Porque es simplemente eso, algo de protección. Sentirte segura, sentirte bien. Porque no basta con que te sientas bien contigo misma, a veces necesitan que alguien venga a ti, y te diga que le importas. U otra que se moleste en dejarte pequeñas frases en una conversacion de messenger, despues de tu haberte desconectado, par aque, cuanado vuelvas a conectarte, ahi esten, frases, del tipo: "¿sabes una cosa? te veo y creo que sigues siendo preciosa," o.." no cambies, porque no quiero que dejes de ser la persona que conoci", o..."a veces te echo de menos y no te lo digo, pero ya era hora de que lo supieras", ...no sé, un sin fin de oraciones que podrian calmar la ansiedad de alguien que valora la vida, en la misma medida que a las personas que la forman. Al menso la suya propia.

Pero tambien llega ese momento en el que una deja de ser tonta, y ese momento va ligado al primero que he mencionado: el de cortar por lo sano. Llega el momento en el que te cansas de no ser ni siquiera el postre de nadie, simplemente te van posponiendo, como esas citas al dentita que solicitamos y vamos posponiendo, tambien, porque simplemente no queremos ir. O nos da miedo, o pereza....o simplemente no queremos. Quien sabe...solo se que yo no tengo que esperar ninguna llamada, ningun mensaje, ni ningun aviso de que esa persona que tenia que excusarse de algo que hace o deja de hacer, o de algo que la otra persona estaba esperando...no llega. Y no es simplemente cansancio, es también indiferencia, ganas de no mirar a los ojos, ganas de no mirar ni de reojo. Porque tambien puede pegarme el ser mala, o simplemente, que la gente me enseña a serlo. Y voy aprendiendo de los demás. Y asi te hacen evolucionar, y cambiar... y ser quien creias que no serias, pero no te resignas, porque descubres que esa persona tambien ha cambiado, y no es ni como creias que seria despues de un tiempo de cambios.

Y no me quedo esperando, tampoco.

Me quedo con los ojos bien abiertos, los pies descansados, la maleta hecha y el deseo en la palma de las manos. Y escucho idioteces todos los días sobre la misma hora, pero entonces echo el cierre a mis oídos, y canto en bajito para sentirme más viva. Porque, a pesar que he creido lo contrario durante años... he descubierto que el frio te hace sentir viva. Te paraliza, si, te hiela y te recubre la piel con un manto de frio que te encoge...pero tambien te aviva. Porque sientes, y sientes tanto... y sonries, vuelves a sonreir.

Y ahora me toca. Por fin

: )

De plástico

Creo que ya no merecemos nada el uno del otro. Creo que esa oportunidad se perdió, quedó resguardada bajo cincuenta kilos de tierra húmeda que pisé cuidándome de resbalar por los engaños de la vida. Creo que ni siquiera estamos en el mismo mundo. Hace mucho tiempo lograste sacar todo lo bueno de mí, y ahora, siento (casi) lo contrario, pero tampoco me asusta. Simplemente...que nunca creí que podría sentir tantas cosas de las que una no se siente extremadamente orgullosa. Pues...sin quererlo, quizá, has ido sacando lo peor que puede haber en mí. Me has alimentado de tu indiferencia, aunque no para volverme como tú. No. Tu y yo somos diferentes. Muy diferentes. Al menos en este punto del camino. Tú ya no eres ni la mitad de lo que antes eras, y eso no me preocupa (ya). Ahora me importan otras cosas, y otras personas, claro. Al igual que tú.

Podría hacer una gran lista de detalles que nunca debieron ocupar un sitio en mi vida por tus decisiones o hechos. Detalles que están lejos y se contraposan a todo  lo que un día hubo, incluso, a todo lo que un dia hubo con la ausencia del cariño primario, pasional y casi enfermizo. Podría hacer esa lista, pero no me hace falta porque tú no quieres saber qué tipo de detalles son, y yo me acuerdo de ellos sin necesitar un trozo de papel. Me quedan siempre los malos momentos en la cabeza, grabados como a fuego. Y no porque así lo desee. Sino porque me cuesta mucho comprender que personas que fueron buenas conmigo, ahora, simplemente, vayan arrastrandome atras, y más atrás... siendo lo último, lo penúltimo...me es indiferente. Yo no quiero ser ese tipico regalo que hacen las personas por quedar bien, y después, los correspondientes destinatarios, muestran una cuestionable sonrisa y lo guardan a la primera de cambio en un cajon que está lleno de polvo. No. Y eso es en lo que me has convertido, pero no me lastimo  por ello. Tal vez quede un poco de rencor. Y tal vez queden ganas de sentirme (aun) mucho mas lejos de ti. Y no me lastima, tam poco, esta sensacion, porque a ti n i siquiera te importa. Porque no se por que razon, crees ser mejor que yo, y eso deja de ser bueno cuando resulta que algo, cualquier cosa, te unio a esa persona, a esa que ahora miras por encima del hombro.

Podría decirte muchas cosas, pero no tengo ganas, ni tampoco tiempo.

Una de ellas, y a modo de despedida... las cosas se pierden cuando se tienen. Y en realidad...no se si nos hemos perdido ultimamente, porque en realidad no nos hemos tenido. Y segura estoy que piensas que yo te he perdido... pero tampoco me importa, porque yo sí sé lo que ha sucedido, lo que ha ocurrido en tu vida y en la mía. Y ahora, resulta imposible mezclarlas, aunque sea un poco. No me gustan las relaciones de plastico. Nunca me gustaron. Tampoco las interesadas, ni las artificiales. Y ahora me temo que tengo dos opciones: o borrarte, o darme cabezazos contra una pared y aguantar este tipo de relacion. Que es el que queda. El que a lo mejor ahora yo prefiera tener. Y sonrio, pero por otras cosas muy diferentes a estas. Y no te engañes, no lo hagas nunca, porque resulta ser un arma de doble filo, que acaba rasgando, y arañando el corazón.

Por último, mencionar que has pasado a ser la persona que te cuenta las cosas que le interesan que la otra persona sepa.. (o no...) y yo no me muevo por esas cosas. MI vida no gira entorno a eso, ni mis principios o ideas van vinculadas a algo asi, a esa manera de vivir , que no es vivir, es actuar. Pero tampoco quiero que reflexiones sobre ello, porque, aunque lo hicieras, sería tarde. Las cosas, a veces, se estropean, y se estropean para bien. Y otras, se joden, y se joden para siempre. Y, sorprendentemente, tambien resulta que está bien. Yo no lo dudo. No.

El principio del fin

Sentir que ya no te necesito, es el principio del fin. O debería haberlo sido mucho antes. Pero eso, como muchas otras cosas, ya no me preocupa. Me digo que los cambios son buenos, y lo son, porque nos enriquecen, y a partir de ahí...todo es mejor. Sonrío, porque estamos lejos el uno del otro, y, porque hemos elegido esta distancia, quizá, para “reencontrarnos” cuando baje la marea, cuando nuestras manos no se irriten tanto al rozarse por casualidad o equivocación. Y cuando nuestras miradas dejen de expresar lo que expresan,...o, por el contrario, empiecen a expresarse algo. Tampoco tengo la necesidad de que nuestros ojos se miren, se busquen o se encuentren, en un determinado periodo de tiempo a lo largo del dia, del que casi ya no hablamos. Porque tampoco hace falta. A lo mejor piensas lo contrario, pero en el fondo, sabes que es así.

Sentir que sonrio pero ya no por ti  ni para ti. Sino por mi y para la demás gente, la que supo preguntar a tiempo y querer de verdad. La que vino a saber si algo de mi se habia muerto, si seguia respirando con facilidad, o si tenia ganas de vivir. Al fin y al cabo, es lo que mas me preocupa, si me quedan o no ganas de vivir.

Sentir que quedas lejos, que ya no eres el mismo. Sentir que eso ya esta lejos de las cosas que me gustaria que cambiaran. Sentir que yo se muy bien quien soy, si he perdido o no cosas en el camino, o, si, he querido que se perdieran aposta... En realidad, está todo mejor así. Tú quieres a tu modo, a tu ritmo, y yo al mío, y referente a eso, no podemos reprocharnos nada.

Sentir que no me arrepiento de todas esas cosas en las que me podía haber arrepentido mucho antes de que tu indiferencia quisiera amenazarme, atemorizarme... Pero la vida es así, asi de brusca, de veloz y chocante a la vez. Y tampoco puedo denunciarla, porque siempre gana todos los juicios, aunque seamos nosotros las victimas del juego.

Pero esto no es un juego, es mi vida. Y tu has dejado de contar en ella, y no solo porque yo te quitara parte de ese espacio que ocupabas, (que ya no quiero que lo llenes), sino porque tu tambien te encargaste de desocuparlo, a tu manera, claro. Y con los ojos o no por delante, las patadas duelen, y cada uno sufre, también, a su manera. Y en base a eso, lo importante es que me levante sin lagrimas secas en la punta de la nariz o en el fin de mi barbilla. Y tambien importa que me mire al espejo y me sienta y me vea guapa. E importa que mire hacia delante y arriba, y vea un nuevo cielo, unas nubes mas bonitas que las de ayer, y toda una vida por delante. Pero sin ti, claro.

Me cuesta decirlo, incluso pronunciarlo en voz alta. Pero no escribirlo. Porque es verdad. Hay momentos que imagino mi vida sin ti ya en el mañana, en realidad es como si ni siquiera ahora estuvieras...pero me refiero a una distancia mucho mayor. A ese tipo de distancia en el que dos amigos se tiran dos, tres o cuatro años sin escribirse una pequeña carta, o un rapido mail, o se hacen una llamada por trimestre. Supongo que eso me lo he imaginado, y tampoco me ha asustado la idea.

No voy a mentir(te) ni mentir(me), porque no me imaginé esto hace un tiempo, al menos de manera tan real. Pero, ahora, sí. Y no dejo de sonreír por ello. Porque la vida también es así, así de espontánea, e imprevisible. Y quizá lo que mejor me siente sea que nos perdamos por un tiempo, o durante años...y cuando sintamos la necesidad de contarnos qué es lo que nos ha pasado, o qué es lo que hemos sentido, pues, eso, llamarnos, y tomar un café. Mirarnos a los ojos pero, entonces, sin hacernos daño. Y sin quemarnos sin fuego y arañarnos sin uñas.

Supongo que quería decirte esto hace tiempo, y supongo que querría que lo recordaras, pero no voy a obligarte que aceptes todo lo que yo piense, que, sinceramente, pienso que tu compartes parte de lo que yo estoy plasmando, pero... tambien cada uno coge una racion de libertad que le corresponde, y , por tanto, tienes todo el derecho de pensar si esto merece la pena. Y si es mejor que te olvides de todo lo que supe o no darte. Porque a mi, tristemente, se me ha olvidado un gran cumulo de cosas que nos dimos, compartimos y vivimos de la mano caminando.

Pero tampoco me apeno, porque supongo que el pasado, es simplemente eso. Y tu miras tu presente de cerca. Y yo lo miro, también, con una pequeña sonrisa, que ilumina otras que me rodean, y asi, me siento mas segura.

Y tu no estás, pero sigo sonriendo, porque creo que ya nada me da miedo.

Se quiere, se mata

Acabo de dar al play a esta cancion...y me he animado mucho. No se por qué razon...pero me dan ganas de sonreir, de bailar...de moverme.

:)

Espero que os guste. Aumentad el volumen, y dejaos llevar. Vale?

 

Calcular...

El siguiente texto pertenece a una bonita persona que, para bien o para mal, comparte parte de los sentimientos que yo tambien tengo ahora mismo. Quiza compartamos opiniones sobre el amor, sobre la vida, en general. Pero este texto, de pertenencia suya, me llegó muy adentro. Quiero que lo lea, aqui, en mi rincon, tambien, para que valore lo que escriba, y valore tambien sus sentimientos, que aunque sean tristes (igual que los mios), que sepa que se puede salir, y que ella cuenta mas, mucho mas, aunque ahora solo sea impar. Inma, cariño, no pienses que la felicidad viene a través de una persona, alguien que nos complemente...no! Nosotras tambien podemos ser felices sin nadie que nos llame o nos desee buenas noches...o un sinfin de cosas mas... porque, como he dicho, para bien o para mal, es esto lo que tenemos. Y...aunque ahora se te antoje lejano...o sea el maxime de tus deseos... esto pasará. Y los calculos quedaran olvidados... y un dia, todo sera nuevo, bonito, reluciente... y te sorprenderas. Y sin darte cuenta...alguien vendra a ti, y te dira: "ya lo tienes, ya está... Eres feliz".

:)

Ojalá pudiese calcular cuánto más que queda para ser feliz...
O cuántos días me quisiste...
O cuántos minutos al día piensas en mi, si es que lo haces...

Puedo calcular los días que no me conecto para evitar hablarte. O calcular los días que hace que no piso los sitios comunes para no encontrarte, o calcular el dolor por cada una de esas cosas......

Pero a pesar de eso y de lo que me cuesta, hay cosas que no se pueden calcular.

(Texto procedente del blog: www.micaja20.blogspot.com) Espero que sepais disfrutarlo, igual que yo.

Gracias, Inma.

Ella

Pequeña. Viendo cosas que antes nunca habían llegado, y en cambio, ahora sí, pero no con ella, por por ella ni para ella, ni porque ella existe, y está, y vive, y respira, y camina, y ocupa parte de los metros cuadrados de este mundo. Se siente jodidamente a solas, pero intenta mirar hacia adelante.  Y otras veces, piensa que no puede hacer nada. Hay días que siente rabia, otros que está triste, otros que se enfada consigo misma, y otros que se deprime y no ve nada bueno. Y otros...otros que se siente inútil. Pero todos los días se repiten, y algunos son incluso diferentes, pero igual de malos.

Débil. Como fracturada. Herida como si hubiera sufrido mil batallas seguidas sin descanso alguno. Con recuerdos que se han extraviado pero que tampoco echa de menos. Con tres cuartos de ceguera en el pasado que ya no le dice lo mismo, (o tal vez no le dice nada). Con cosas que desechar y otras que guardar con mimo (las que no le hacen daño y son importantes, ahora. Y no antes o después).

Prescindible. Como ese viejo mueble del salón que la gente tira para comprar uno nuevo, más reluciente, más brillante, más bueno. Pero no se rinde por esto, ni tampoco se hunde porque pueda parecer lo que no es. Se alza porque sabe que puede ser grande y fuerte, e imprescindible para las personas que saben que un ¿cómo te encuentras? nunca está demás. Y mira sus sonrisas en tiempos pasados donde nadie le coge de la mano o le abraza o le está sonriendo o lanzando un beso a cinco centímetros de su mejilla porque se quiere ver sola. Y quiere sus sonrisas a solas. Para ver cómo eran, cómo sonreía, cómo era su vida cuando nadie formaba parte de ella.

Cansada, pero, a su vez, llena de cosas por hacer, y decir, y desear. Y canta, a veces, y baila, otras tantas... y también bebe con sus amigos para dejar de pensar...o por contra, pensar en las cosas buenas que tiene en su vida. Cosas que ya no van ligadas a nombres que antes si tenian más sentido.

Y es ella, y sabe que cuando alguien se pare a esperarle, a preguntarle cómo está, o qué hora es, o cuál es su película preferida.... ella sonreirá, y todo será distinto.

En el sinsentido

-Lo que más odio es la soledad. Es lo que más odio...sí...o, dicho en otras palabras, es lo que más tristeza me produce. No puedo cambiarlo.-tecleó ella con sus finos dedos sobre las letras del negro teclado, esperando, quizá, alguna respuesta que le hiciera pensar en cualquier otra cosa. O, quizá, que le aliviara, que le mejorara el día.

-Pues yo creo que todos estamos condeandos a estar solos. No sé, eso es lo que más me pudre a mí también, llevo así ya un par de años. Pasa el tiempo...y... es...es un estado de espera. Sí, siempre esperando algo. Pero nada, nada cambia y el tiempo corre. No se si lo puedo explicar.

En aquellos momentos ella no supo si lo más idóneo era sonreir levemente o no, aunque tampoco debía preocuparle porque él no estaba delante para verle. Tenían únicamente sus palabras en una fina pantalla que emitía más que pensamientos. Lo único que ella sabía es que quería seguir charlando con él...

- ¿Puedo contarte algo?

-Claro!-dijo ella muy segura.

-Por ejemplo, este verano conocí a alguien, trabajaba en la playa, iba todos los días, quería ver sus ojos, y su boca,...quería verle. Y el estar ahí (me) valía la pena, ya daba sentido a todo. En realidad yo no quiero estar con alguien porque pueda gustarle, sin más. Lo que yo quiero es estar con alguien que pueda sentir lo mismo que puedo sentir yo, que lo que ambos sintieramos pudiera ser infinito, o al menos, parecerlo... No sé, es asi como lo veo... de todas formas, solos estamos todos, y vamos a estarlo. Es cierot que si encuentras a alguien todo cambia , un poco...aunque tampoco sé hasta qué punto.-ella leía esas palabras a través del ordenador. No sabía si lo compartía todo al 100%, o, si no quería hacerlo, por poder pensar al revés, y confiar más en la vida. Poder confiar más en eso que llaman "amor".  Pero él estaba siendo sincero.

-Entiendo.-dijo ella, esperando que él quisiera seguir abriendo su mente ante una persona que había conocido hacía únicamente un par de meses.

-Me refiero a ver el sentido en el sinsentido.

- Pues...¿sabes donde veo yo el sentido en el sinsentido?...en la escritura...cuando yo escribo...siento que es algo útil, aunque sólo para mí, pero eso ya resulta tener parte del sentido que a veces queramos que tengan las cosas que hacemos.

ÉL le leyó. ELLA, también. Y la tarde, tal vez, mejoró. Pero ella no se lo dijo. Aún así...él ya sabia que sus tardes no estaban siendo buenas, y ahí estaba él, para contarle parte de la vida que había vivido. Y se la mostró ante a sus ojos. A ella. Y entonces cambió un poquito el sentido de aquel día, también.

Y la conversación terminó, pero...llegaron muchas otras después...

 

...Y más adelante...llegarán, aquí, también......

Descubriendo

Descubriendo

Descubre que por momentos, es tonta. O le hacen creer que lo es. Descubre la realidad y la contempla en primera línea. En primer plano. Ya no se asusta, porque no le sorprende, tampoco. Simplemente le gustaría pensar que esto no ha llegado, tal y como lo ha hecho, y que ahora, sus mundos, están a años luz de mezclarse. Ya no hay encuentros, ni palabras, ni mucho menos hueco para un poco de tiempo, y honestidad. Le hubiera gustado descubrir parte de si mismo meses antes. Solo asi hubiera podido acostumbrarse a cosas que han llegado y que, en cambio, segun que personas, son mas y mejores. En otras circustancias, aunque en mismos lugares. Ella descubre que esto no merece la pena, que tampoco debe lastimarse, porque cuando no queda nada, tampoco queda nada perder. Y entonces, si mira a través de la ventana y le deslumbra el sol, sonríe, y se siente más afortunada. Se agarra fuertemente a si misma porque siente que solamente se tiene a si misma. No quiere provocar mas preocupacion en su madre, que le mira de cerca cada mañana y cada noche cuando ella regresa de la facultad, para ver, tal vez... si está bien...tal vez, si está sonriendo...tal vez, si es feliz... No se lo pregunta, porque sabe que tiene el 90% de posibilidad de escuchar la respuesta que no quiere escuchar. Tal vez...se muera por dentro al ver a su hija con esos ojos y esa boca cerrada con la comisura de los labios apuntando hacia abajo. Y la esperanza arañando el alma para no desgastarse, y dejar de existir, así, y vaciar un poco mas su vida. La de ella. Claro. En su mundo. En sus días. En sus cosas.

Descubre que la amargura tiene diferentes sabores, dependiendo de las etapas por las que se esté pasando. Le gustaría pensar que en su vida, al menos, uno de todos los hombres que han pasado a su lado, ha valido la pena, y le han querido de verdad, hasta tal punto de seguir queriendo que ella sea feliz, o, al menos, que no pierda parte de la sonrisa con la que, ella cree recordar...enamoró a alguno de ellos. Diferentes sabores, y sinsabores, también. Porque hay días que siente, y otros que no siente nada. Y hasta anoche pensaba que era mejor sentir que no sentir nada...hasta que llegó él, y le dijo al oído bajo luces de colores parpadeantes y música pop en inglés saliendo de bafles que ocupaban una cuarta parte de ese local; que era mejor no sentir. Que quizá compensaba mejor no sentir nada, para no sentir tampoco dolor cuando algo se acababa, o se estropeaba, o se mandaba a la mierda. Al fin y al cabo, dolor es dolor. Piensa ella.

Descubre que ya nada tiene valor porque se han encargado de ir robándolo a grandes pasos. Se queda bailando con los brazos agitados y la mirada perdida, pero, sonriendo, esta vez. Se sorprende. Le duelen los pies, pero ya no tanto el corazón. Ya no moja la almohada azul cada tres noches. Ya no siente que se equivocó algún día, tampoco que fastidió algo que era demasiado bonito. Piensa mucho y deja de dudar. Porque cada vez lo ve todo más claro... y le hubiera gustado que no fuera así, pero es lo que tiene la vida...que a veces te ofrece verdades como puños, a través de gestos, acciones y palabras (o a través de la ausencia de alguna de estas cosas). Y le hubiera gustado otro tipo de final, o de principio... sí, tal vez sea principio.

Descubre... sigue descubriendo. Y cierra los ojos. Porque ya todo se ha acabado. Y parece triste, pero no lo está. Hoy no. Hoy siente cosas, y echa el candado a su alma, y llave a su corazón. Pone un cartel de "ausente" en las entrañas y "ocupado" en el inconsciente. Y vuelve a saborear la vida.

Yo

No, en realidad soy yo la que tiene que marcharse. En realidad nunca he querido anclarme a muchas cosas, aunque si a aferrarme a algo seguro, a algo que me hiciera sentir bien, algo que me transmitiera que puedo sentirme serena. Y ahora de todo eso no me queda nada. Tu dejaste de ser quien eras, y tienes todo el derecho de quedarte, de ser quien quieres ser, de disfrutar de lo que tienes y quieres tener de ahora en adelante. Menos a mi, claro, pero no es trascendente. He ocupado un cierto sitio en tu vida, y aunque eso ahora este borroso, supongo que existió, pero no lo quiero mirar. No tengo la necesidad de acordarme de todo eso para tirar hacia adelante, al contrario, necesito no mirar a ningun sitio, simplemente coger tres o cuatro cosas, y salir de aquí. Salir y no pensar que para cuando vuelva, tu tambien estaras aqui, e igual querras interesarte como estoy, o si en todo el tiempo que he estado fuera, me ha sentado bien. Pero...anoche me quedé pensando en la cama, con la mirada algo perdida... la piel algo fría y los ojos cansados. Y pensé que tampoco tengo muchas salidas, tampoco tengo muchas posibilidades para marcharme. He estudiado diferentes opciones, pero ninguna de ellas resulta ser facilmente viable. No voy a decirte qué es exactamente lo que he pensado, porque igual te parecería una locura, o no me creerías capaz de hacer muchas cosas por mí misma. Pero no soy tan dependiente de las demás personas, como igual puedes pensar. De hecho intento confiar mas en mi misma, sabiendo que podria marcharme lejos y sobrevivir, y llegaria a sonreir mucho mas que aqui, pisando calles que en un tiempo tuvieron sentido. O cosas que ahora cobran otro nombre, y otras que ya no quiero ni mirar.

Debería marcharme por mi bien, por mi misma, pero ahora no puede ser. Simplemente debo caminar y mirar a otro lado. Ocupar mi espacio. Pensar en todo lo que me queda por hacer, y sin ti. Nunca pense que llegaria el momento en que (tu) no me hicieses falta. Pero la vida sorprende, y las personas hacemos que todavia sorprenda más. Y muchas veces, para mal. También debería dejar de escribir durante un tiempo, pero no puedo remediarlo. No puedo atarme las manos ni paralizar mi mente. Debería marcharme demasiado lejos para dejar de hacer todo esto, o debería someterme a un tratamiento para olvidar, y asi, comenzar de nuevo, empezar desde 0, y sentirme completamente vacia, y sana. Ahora sabes y empiezas a vivir de otra manera, haciendo cosas que ni conmigo hiciste porque tampoco se te pasaron por la cabeza. Y yo, mientras, pienso en las posibilidades que me han puesto encima de esta mesa, y como una niña, me quedo mirando a todas y cada una de ellas... pensando en cuales rechazar, o si acogerme a alguna... no persigo la felicidad detras de ellas, eso no, pero si ir añadiendo cosas bonitas, o simplemente adecuadas a mi vida, que puedan pegar, y quedar bien.

No te vayas, la que se marcha soy yo. Al menos de tu camino, no me sentirás, no me oirás, no me notarás. Si acaso, me verás, o creerás verme en ojos de otras personas, pero olvidate de mi voz, de mis labios y mi corazón. Porque ahora todo es distinto, todo ha cambiado, y lo principal, ahora, es que no me conozcas. Que no tengas la inquietud de saber quien soy. Prefiero que te quedes con elrecuerdo de quien fui, de los sentimientos que solia tener, de todo aquello que me solia gustar, de  por qué razones reía... O no te quedes con nada. He intentado decirte de mil maneras diferentes que no sirve de mucho, o de nada... pero bueno, eso ya esta en ti, no puedo obligarte a que borres parte de tu pasado, que, sin duda, tambien te pertenece.

También me gustaría que pudieran regalarse tratamientos para borrar recuerdos en los demás. Seria una buena terapia, una nueva manera de afrontar la vida, y aceptarla asi, sin nada, sin cosas del pasado que no se volverán a vivir.

Quedate, quedate donde quieras estar. Yo no apareceré. No molestaré...

Vete

Vete

Me gustaría poder decirte lo contrario, creéme. Me gustaría ser igual de fuerte que tú. Me gustaría sonreir, al menos, la mitad de las veces que tú lo haces. Pero no puedo. Y no sé si tampoco esto me salvaría. Vete. Es lo único que te pido, lo único que te voy a pedir de ahora en adelante. No querré más favores de tu parte, y ya no espero que lo entiendas. En realidad no espero nada. De ti, no. Ya no. Simplemente, pues... eso, que te marches, que te vayas. Que no estés conmigo, porque, para bien o para mal me he acostumbrado a no tenerte cerca ya, y eso ha ido excarvando en mí, provocando pequeños agujeros en mi piel y mi alma, y he intentado sobrevivir, a base de bocanadas de aire, de palabras de una madre y de recuerdos guardados en cajas que ya no quiero abrir, ni siquiera cuando me sienta fuerte. No. Cajas que deberían estar guardadas aún, en otras cajas, más grandes que las primeras...

Vete. Te dejo este papel en el frigorifico. Al lado del imán que me hacía pensar en el cariño que todavía quedaba sano, y al lado, también, del imán de Inglaterra que traje para ti. Vete. No puedo decirte nada más. Tampoco tu me has dedicado palabras demasiado bonitas, de hecho, recuerda si después de que ya me tuvieras recibi cartas. De tu procedencia, claro. Recuerda que me tenías, y que eso te bastaba, que no tenías la necesidad de hacer algo más por esto, de escribirme nuevas palabras, o ya conocidas pero que me pudieran sacar una sonrisa. Se acabaron las hojas de colores y la letra a ordenador. En realidad se acabó todo, y, es la primera vez que me lo pregunto: ¿en qué momento fue? ¿cuando dejamos de ser nosotros? ¿cuando pasamos a ser uno y uno? Tampoco sé si quiero saberlo, porque aunque así fuera, tampoco me serviría (de mucho).

No hago más que hacerme preguntas estúpidas, cuando simplemente quería dejarte aqui una sola palabra: VETE. Que no deja de ser sinónimo de distancia, de lejanía, de separación, de olvido, en pocas palabras. Sobre todo, eso, sobre todo olvido. Puedes y deberías olvidar todo cuanto quisieras sobre mí, no te va a valer la pena que mi nombre mis ojos mi boca o cualquier cosa que algo pudiera llegar a ti gracias a mi, se quedara contigo. Supongo que ya no vale de nada. Y de nuevo me gustaría poder decir lo contrario, pero esto ha sido como un gran terremoto que todo se ha llevado, de golpe...fuertes vientos que han arrasado con todo, no solo con parte de mi presente perdido entre paredes, sino también el pasado que he tratado de mimar todo cuanto he podido durante todo este tiempo, y no, ya no quiero recordarlo, de hecho se me han olvidado muchas cosas, tambien, de repente. Un terremoto, y un post-it en la nevera. No sé. Por si sirve de algo. Por si decides irte, y sin despedirte, claro. No vengas a la puerta a decirme adiós.

Lo dijiste hace tiempo, y sin darte cuenta.

Y doliendome, pero borrando tiempos viejos que mejor que te los lleves tú.

Vete.

 

Decirte que:

- "Sé que tengo que irme. Sé que es la mejor opción. Tenía que decírtelo, tenía que pedirte que estuvieras a cinco centimetros de mi, y en silencio, para que asi me escucharas. Tampoco te pido que me comprendas, creo que llevas ya varios meses sin hacerlo, y...¿sabes que leí el otro dia? ... Era una cita de un famoso pensador...decía "Quien no comprende, no puede poseer"... Y ni siquiera llegas a entender que nos hemos perdido. Ya nada es lo que era, y mucho peor, ya nada será lo que ha sido hasta hace poco tiempo. Tú has sido siempre la primera persona, la mejor, la más buena, la más comprensiva... cuando las cosas me han ido mal, siempre he ido a ti, he ido a buscarte, y te he encontrado. Te he contado mis cosas entre lágrimas necesitando un abrazo que no siempre ha llegado, pero, sabía que después de contartelo me sentía mejor, porque tambien intuía que cuando nos despedíamos y te dabas la vuelta, pensabas...¿por qué está así? ¿por qué ella?... o no, yo qué sé. Igual la que estaba equivocada hace tiempo, durante mucho...fui yo. Y no supe verlo.

Sólo sé que tengo que irme, que no aguanto más. Que cada día veo este hilo roto, rasgado, feo y viejo entre los dos. No ha dado para más, tampoco hemos sabido cuidarlo, ni siquiera hemos intentado hacer un nudo mal hecho para seguir "tirando", para seguir caminando mirándonos una media de 10 segundos al día, entre todos los momentos a los que nos vemos obligados a compartir.  Me voy porque no queda nada, me has agotado, y posiblemente yo te haya agotado a ti. Nos hemos cansado, nos hemos dejado de mirar a los ojos y dejado de pensar, también. Nos hemos decepcionado también, en diferentes tiempos, claro, pero lo importante (y preocupante) es que ha sucedido, que yo he perdido toda la confianza en ti. Que no puedo creerte. Y ojala no tuviera que decir esto, pero sé que sino, me mentiría, y lo último que quiero es empezar mintiéndome a mí misma. Y no es un mal paso para poder así, encontrarme y saber qué es lo que necesito ahora mismo.

Puede que ya sepa lo que necesito, pero tú serías el último en saberlo. Ya no creo en las palabras que salen de tu boca,  tampoco en tus intenciones... y vuelve a no quedar nada. Absolutamente nada. Puede que quieras que te diga todo lo contrario, que voy a estar aquí, que me tienes y que puedes contar contigo, sé que eso me haría mucha mejor persona, y que serías más feliz, no sé... La verdad, no creo que la estabilidad de tu felicidad dependa de mis actos, de mis deseos, de mi manera de vivir a partir de ahora. Creo que deberías saber que yo necesito tiempo, espacio, y cariño. Algo que tú no puedes darme. Y si lo haces... las cosas seguirían en el mismo punto que ahora. Yo seguiría sin creerte, es algo que siento y ahora intento que ese pensamiento no me martirice. Tampoco creí que llegaría a no necesitarte, por la simple razón de todo lo que hubo tiempo atrás, de lo que construí con mis manos, y mi boca y mis ojos, y mis piernas, mis rodillas y mis pies... Pero no, es inútil. Miro atrás y todos los recuerdos se difuminaron, las cosas ya están guardadas. Ya no queda nada alrededor mío, y, como puedes comprobar, sigo vacía. Pero con muchas ganas de sentirnos lejos. Tú has empezado un camino, libre, abierto, amplio, de color. Yo ahora necesito diseñarme uno, de nuevo, el otro se ensució de repente y sin previo aviso. Asi suceden las cosas en mi vida, desde siempre,... perdí la cuenta de las veces en que las personas han ido imponiendo cosas en mi camino, y yo he tenido que ir adaptandome a ellas, siempre ha sido asi, y, ahora rechazo cualquier imposicion, cualquier guia en mi camino, cualquier otra cosa que no venga de mi, que no salga de mí... Quiero otro camino, MI camino, y sin ti... Es la mejor decision que puedo tomar a día de hoy. Entiéndelo... ni siquiera nos queremos, dejamos de apreciarnos y de olvidar qué era lo que a uno le gustaba del otro. Dejaste de oler el aroma de mis muñecas y tocar mi boca con tu índice. Dejaste de hacer muchas cosas... cosas que igual no estaban de más. Pero ahora ya no puedo mirarte, ni hablarte,...y, tampoco quiero. Y no creo que éste sea el problema, el verdadero problema es que te ha resultado fácil seguir con tus cosas sin venir a mi portal, dar al interruptor y esperar paciente a escuchar mi voz, y preguntarme ¿estás bien? ... Muchas cosas han faltado, y muchas otras tantas han sobrado... y no quiero más de todo esto en mi vida.

Ayer por la tarde tenía más ideas similares a estas, más palabras que quería decirte, regalártelas... pero ahora no puedo recordarlas. Creo que ya no me queda nada más que decirte. Tampoco quiero que me respondas, ni que intentes frenar esto, no, quédate aquí, con tu vida, con todas las cosas que has ido juntando y consiguiendo. No sé cuando volveré, no sé siquiera si has entendido el 10% de todo lo que te he dicho. Pero eso ya no me preocupa, dejé de interesarme en ti después de que me hubiera muerto ante tus ojos, y de espalda a ti, también. Las cosas, están bien así. Creo que no podían salir mejor.

Buena suerte. Y adiós."