Blogia
Pequeña

Insomnio

Odio acostarme pronto y después estar en vela casi dos horas enteras sobre mi cama y bajo mis sábanas con los ojos abiertos, sin encontrar la manera de volver a dormirme, y volver a entrar en mis más plácidos sueños. Pero no, no vuelvo a ellos porque mi insomnio particular (que no se presenta todas las noches, todo hay que decirlo...) decide sorprenderme, y me roba horas de sueño. Indistintamente de que baje o suba la persiana mil veces, no logro dormirme, por dicha razón en una hora y media de madrugada puedo  llegar a pensar en mil planes, tener diez ideas geniales e incluso en esforzarme cómo podría ser mi próximo sueño (que después se convirtiera en parte de la realidad, para qué vamos a negarlo!), y entonces me siento con una impotencia dentro mío que no puedo controlar. Me resulta imposible, quiero dormirme, hay un silencio demasiado absoluto que ni siquiera rompe mi respiración porque no hago ruido al respirar, y hasta eso me pone nerviosa. Entonces intento cambiar de postura, pongo/quito/arrojo mi par de cojines de colores al suelo, siento que me estorban/agobian/sobran... y después me quedo a solas, a solas con mi almohada, a solas con la oscuridad que tiñe la noche la mitad de mi habitación, a solas con el pequeño resquicio de luz que se cuelan por las pequeñas rendijas de la persiana, que procede de las farolas que se mantienen intactas en la acera, fuentes de luz para los hombres de verde y blanco que se encargan de trabajar, sin poder evitar hacer ruido con los camiones a la una de la mañana. Me da rabia que no sean ellos y sí sea el repentino insomnio que me visita, el que me haga plantearme salir de aquí, acudir a la cocina, sentarme y comenzar mi día, aunque sean las cinco y media de la mañana, ya, ¿qué más da? Sólo sé que me da rabia no poder dormirme cuando todavía me quedan 3 horas más posibles de sueño y no puedo aprovecharlas. Y así quedarme tranquila, aferrada a mi sábana y con los ojos cerrados. Aunque quizá, lo más placentero sea ese preciso instante (del que nunca nos logramos acordar, o al menos yo), en el que, sin saber cómo ni cuándo, vuelves a quedarte dormida. Vuelves a soñar sin prisas.

2 comentarios

jose -

Yo no duermo pensando en ti, en ese momento en que despiertas y te miro y sonries, en ese instante mágico donde todo es perfecto, el reloj se para y no hay más sonido que nuestra respiración. Lo pienso y no me duermo!

Spender -

Dios, es verdad, nadie se acuerda de ese momento exacto en el que dejas de hacer planes.
Yo me agarro a la radio y que sea lo que el locutor quiera :)