Atada
Me tiemblan las piernas antes de introducir la llave en la cerradura de la puerta que encierra mi hábitat, mi mundo, mi vida desde hace años. Sospecho que todo irá bien cuando cruce esta puerta blindada (aparentemente indestructible) y te salude con mi ya media sonrisa estudiada previamente. Y sale bien. Pero por hoy. Sólo y extrañamente por hoy. Otros días. Hay otros días más desafortunados en los que me miras a la cara y de frente, y me desprecias con las dos de tus pupilas. Me regalas tus más duras palabras, me anulas y te molesta todo de mí: mis escotes, el actual color de mi pelo... Y trato de actuar. Trato de ser la mejor actriz que nunca fui ni llegaré a ser. Intento, con las escasas fuerzas que se quedaron agarradas a mis tobillos cual niño enrabietado y maniatado a los pies de su madre; lograr que el rumbo de esta noche cambie y decidas establecer una tregua entre ambos, y , que por una vez pienses en mí, en no gritarme y dejarme vivir. Hago uso de esas minúsculas fuerzas para trasladar mis libros, mis pies destrozados y mi alma fracturada a la habitación. Oigo desde aquí más palabras feas que me invitan a llorar. Pero no quiero hacerlo. Llevo 11 horas fuera de casa y lo último que hoy necesito es agrandar las bolsas que se mantienen fieles a los pies de mis ojos y pestañas. Me mata por dentro el hecho de no dejar de pensar que has tenido muchos años para endulzar parte de mi vida y regalarme motivos para querer seguir compartiendo esta casa contigo. Pues lo único que me resulta imposible es volver a quererte. Y seguramente no te arrepentirás de mi sufrimiento, pero si persisto aquí, si todavía estoy bajo este techo, oyendo tu respiración, tus pisadas... es porque siento la obligación de atarme a lo que tú te desataste hace tiempo. Pero pierdo mi valentía, mis ganas de luchar con/contra/por todo. En cambio tú ganas más ganas de destrozar(me). Mis sueños, que ya no te los cuento, que nunca te interesaron. Que nunca te has desvivido, que nunca me has preguntado, que nunca te has quedado al pie de mi cama para preguntarme por la evolución de mis heridas o simplemente por la fiebre cuando no cesaba. Que hacerme llorar es tu máxima especialidad. Y me da pena que no te de pena todo esto que estás consiguiendo. Que tú has vivido, que yo no lo hago, que cada dia siento menos vida dentro mío. Que quiero irme lejos de ti, y no puedo, porque estoy/me siento/permanezco atada aquí, pero no a ti, que es bien diferente. Y nunca, nunca abrirás los ojos
1 comentario
alex -
A veces hay un gran muro de silencio y desprecio, que separa a las personas y pocas ganas de cambiar todo eso......Es una lastima....
Un besazo muy gordo, pequeña princesa.