Blogia
Pequeña

Ni soy yo ni soy ella

Me quemas y me hieres. No te molestas en sanar mis heridas o parar mi sangre o secar mis lágrimas o pedirme que te cuente mi último sueño. Me quemas y te vas con furia, con rabia. Me dejas tu odio para que yo odie. Y me dejas dolor para que yo sufra por ti. Creo que tú no sabes sufrir, creo que nunca sufres. Creo que tus oídos están acostumbrados al sonido de las risas que proceden de tu boca; y por ello nunca sufres, tampoco quieres hacerlo. Creo que te deshaces del dolor, como yo me deshago de los momentos felices. No los quiero en la memoria cuando después de un largo tiempo me doy cuenta que no merecían la pena. Y no quiero tu dolor, ni los restos de tus sonrisas. Quiero mi paz, mi estabilidad, mi tranquilidad, mis pómulos claros pero rosas, y no pálidos. Quiero mis ojos claros, pero no transparentes. Quiero mi boca sellada, pero no temblando. Quiero mis brazos rectos, pero no quietos. Quiero mi vida entera, y no rota en pedazos. Quiero mi corazón le debo muchísimas... Le debo una vida tranquila, llena del amor que pueda encargarme de recibir por él. Llena de un amor sincero, llena del amor sano, de un amor cierto.

Y quiero mi piel intacta, blanca, pero intacta. Una piel sin heridas, sin quemaduras, sin señales, sin marcas. Te encargas de borrar mi señal, mi marca... yo no puedo borrar tu quemadura. Yo en cambio, nunca te quemé.

Creo que me debías palabras, otra clase de palabras. De todas formas, me quedo con estas heridas que me encargaré de sanar. Quizá no pueda curarme del todo, quizá me quede con gramos y gramos de tristeza dentro mío que se harán notar cuando más débil me encuentre. Quizá no pueda volver a confiar en el tipo de palabras que un día escuché por ti aunque procedan en mi futuro de otra boca. Y no hay derecho que por tus palabras, tus actos y mis miedos no pueda volver a confiar. Creo que debería haber ensayado, sí, ensayado duramente para poder defenderme y deshacerme del daño que me has hecho de una sola patada, o de un solo portazo. Creo que seguiré siendo la misma persona, pero ahora después de tanto tiempo, existe una diferencia.

Dejé de existir. Dejé de nombrarme. Dejé atrás muchos momentos, demasiadas cosas. Dejé de respirar para poder volver a vivir de otro tipo de aire. Dejé de amanecer como amanecía. Dejé de soñar lo que soñaba. Dejé de creer en lo que creía. Dejé atrás la perspectiva que tomaban mis ojos. Ahora lo miro todo de distinta forma. Ahora no soy yo, ni soy ella.

0 comentarios