Blogia
Pequeña

Miedo y silencio

Me da miedo. Mucho miedo. El silencio. Y lo que deja de ser silencio y cuando las palabras resuenan y el eco de los gritos se extienden y se adueñan de las paredes que constituyen esta casa. Me da miedo cada segundo que pasa, y cada cosa que no pasa, cada cosa que imagino o que está todavía por ocurrir. Me da miedo imaginar, y pensar, y soñar, y quedarme dormida. Me da miedo estar esperando. Me da miedo llegar, escapar y marcharme Me da miedo el futuro cercano y lejano. Me da miedo cada cosa que siento y sufro, me da miedo volver a pasar por esto y vivirlo con el mismo miedo. No logro controlar las gotas de agua que se asoman continuamente por mis ojos cuando siento este miedo... me da miedo no controlar el temor que se adueña entonces de mí y entonces dejo de ser yo, vuelvo a ser más pequeña que nunca y entonces siento todo y siento nada. Y mis brazos dejan de existir y mis fuerzas que casi nunca salieron emergen de mí para intentar cambiar o evitar, pero mi fuerza pronto vuelve a esconderse, y vuelve a su propio escondite, entonces sale mi miedo, éste que no deja casi actuar, y entonces la impotencia la rabia y la tristeza unidas me hacen odiar el mundo, el mundo y todo lo que éste conlleva. Entonces todo deja de merecer la pena y entonces, por un instante, me doy cuenta que mi vida tiene un sentido y que no quiero que se pierda. Entonces esa fuerza intermitente aparece y me grita al oído que me tranquilice, y que mi corazón deje de latir como late. Que mi miedo se extinga...pero no, eso es lo último que pasa. El miedo jamás se va porque siempre está ahí, alerta. Permanente. Oculto por momentos pero permanente porque sabe que siempre le haré compañía, o al menos en momentos como éste. Y creo, a estas alturas de mi vida, que no soy miedosa por naturaleza, sino que poco a poco me han hecho ser miedosa, y ahora ya es demasiado tarde para volver atrás. Para ser una niña, para soñar con lo que nunca imaginé que existía, para pensar con cosas que ahora sí sé como funcionan, para preguntarme cosas que ya he resuelto... Ahora es demasiado tarde, y demasiado pronto para rendirme y para derrumbarme. Pero la noche cae y mis lágrimas también lo hacen. Y me dicen en silencio que temo cada segundo y cada minuto. Cada movimiento, cada ruido en las losetas. El tiempo entonces se torna mi propio enemigo porque dejo de quererle, porque por él tengo este miedo también. Porque quiero que se detenga, y quiero estar lejos. Y quiero que esto se nuble, y que nada se recuerda, o quizá sí, para que no se vuelva a repetir más pero sí, siempre se repite, es esa típica historia que nunca has contado creyendo que se acaba y que el final es finito, totalmente finito. Pero no, el final es como una larga carretera que siempre recorres esperando llegar a esa línea recta y lejana, pero nunca llegas, porque es el horizonte, y al horizonte nunca se llega. Siempre se sueña con hacerlo, pero nunca se llega, y tampoco puedes cambiarlo. Como muchas otras cosas. Como muchas otras cosas y palabras que infunden miedo. Como muchas otras cosas que ya se han convertido en recuerdos de mi propia vida.

0 comentarios