Blogia
Pequeña

A causa de viejas sonrisas

Tengo nuevas arrugas a causa de viejas sonrisas. Tengo miedo, pero no tengo sueño. Tengo ganas de sentirme bien, nueva, radiante...con o sin sonrisa; pero quiero reconocer mis dientes, y también quiero verme sin miedo. El miedo me debilita. El miedo me va quitando parte de la entereza que un día creí tener. El miedo me obliga, me presenta un presente más frío. Con calles largas y pasos largos. Con prisa, con lágrimas a punto de estallar. A punto de concentrarse en el mentón de mi rostro y formar caravana para caer directamente al abismo, rozando el último milímetro de mi barbilla. Despidiéndose del mundo y del miedo. Las lágrimas se marchan pero yo me quedo. Y quiero sentirme segura, con o sin lágrimas. Quiero mi vida tal y como es por el día, con sol, con pequeñas nubes y con calles llenas de gente. Quiero compañía, tengo un gran resentimiento hacia la soledad, y mucho más hacia la noche en soledad. El miedo me debilita, pero sobre todo, me hace ver lo frágiles que podemos llegar a ser, por ejemplo, al volver a casa a partir de la una de la noche sin otra persona cerca. Y a lo mejor quince o veinte minutos parecen ser dos horas, y entonces pareces tener ojos en la nuca, y pareces tener prisa por llegar  a la puerta y acertar con la llave al primer instante. Pero no es bueno vivir con miedo. Vivimos demasiado poco tiempo como pasar media vida temiendo y el temor solamente nos hace retroceder, y volver a ser los que éramos, los niños que tenían miedo de algunas cosas, y de otras no porque la curiosidad lo podía todo y nada asustaba. Pero se dice y se escucha que cada persona es un mundo...yo debo ser un mundo demasiado pequeño y casi fracturado. En las grietas de ese mundo que es mío, se cuela demasiado miedo a cosas estúpidas; pero el mundo siempre puede sufrir una modificación. Y podemos ser distintos, y podemos tener más arrugas con sonrisas, esta vez, nuevas. Y nuevas expresiones, y nuevas palabras, y nuevos momentos, nuevas etapas, nuevas alegrías, nuevas sensaciones, en esta ocasión, verdaderas. Firmes. Reales. Fijas.

Y mirar con orgullo y gracia a esas arrugas que se afinan alrededor del rabillo de nuestros ojos, y ver a través de un par de arrugas que hemos sido muy felices; pero que, todavía tenemos la oportunidad más grande la más importante: la de seguir siéndolo.

0 comentarios