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Cuentos

Cartas de amor (I.Serrano)

Un día, una mañana, descubres a Ismael Serrano, o escuchas su plácida, tranquila y penetrante voz y piensas que todo se ha calmado. Que tu mundo también está en calma, que hasta toda tú estás en calma y que empiezas a respirar tranquilamente, sin prisa. Con ganas de seguir viviendo porque una voz se cuela en tus oídos y todo tu cuerpo siente un escalofrío, pero no especialmente de frío, sino de ternura, por las palabras que se cuelan por los agujeros de los altavoces de tu cuarto. Y descubres a Serrano, y escuchas canciones como "Recuerdo" o escuchas "Cartas de amor"... (esta segunda no es precisamente canción), pero escuchas todas esas palabras, que son historias...y más que historias, sin intentarlo siquiera, a veces sin darte cuenta, sientes, sientes, sientes...sientes las palabras y esa historia. Y a veces quieres ser la protagonista, y otras veces no porque quizá sea demasiado triste... ¿pero qué no hay de triste en la vida ni en las historias de amor? Aquí os dejo el texto de Cartas de amor. Es muy bonito o al menos me lo pareció a mí cuando lo escuché hace tanto tiempo.


Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores, casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo que les paso fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
-Bueno, ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión.
Se acercó a la mesa y dijo:
-¿Me permite?-Por supuesto
Esto sólo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general cuando dices:
-¿Me permites?, dicen -¿De qué?
A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá que inventar otra historia en la que ella le dice ¿De qué?, en este caso ella lo invito a él para que se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de que hablar, y:
-¿y qué lees?
Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, y ya mal, empezamos mal, muy mal, por ahí no.
-Pues bonito día
Pero enseguida empezaron a profundizar, por que ella dijo:
-Sí la verdad es que hace un bonito día
Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó alguna mentira, que si era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde, cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola.
Por entonces ya estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían gustos cinematográficos, y por eso fue que él le dijo:
-Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?
Y ella:-No-Oye, quedamos el fin de semana-Vale
Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que él rompía a llorar en cada escena en la que salía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció, yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en los musicales, y le dijo:
-Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano-Ismael ¿qué?-Pero a ti, ¿te gustan los cantautores?-Los de verdad me gustan
Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando el empezó a cantar aquella de "Vértigo", pues se atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
-Sabes, creo que me tengo que ir durante un tiempo -Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida, y ella dijo:-No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos, y todo lo poco que nos falta para vernos.
Él dijo que bueno, que vale:
-Pero que si no te vas casi mejor, ¿no?.
Pero se fue.
Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era cierto aquello de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
A los quince días puntualmente llegó la carta de ella, toda llena de besos y de caricias, de te echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa, se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron creo que diez años, quince, no me acuerdo.
Y un día ella, sin saber como ni porqué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro.Un día él salió de casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debía esconder algún gran tesoro, grandes riquezas, y realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta que le han robado lo que más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién sabe si falsas.
Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor, declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y llevarla a la guarida no era moco de pavo.
Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de encontrar alguna carta, o a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido sin saber ya qué hacer.
El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer era tirarlas al río o quemarlas, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
Un día, nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos, aquellos momentos en los que quizá un día leería la carta en la que ella diría:
-Pronto estaré allí

Invitación al amor

Esto es un cuento, nada más. Acabo de escribirlo y es un cuento en donde sólo hay cabida para la voz de una persona que construye una invitación al amor. Pero no dudo que sería agradable recibir precisamente eso: UNA INVITACIÓN AL AMOR. Me quedaré con este cuento cerca, por si decido no ponerle un final aquí. De momento, te muestro su invitación al amor en palabras. Con estas palabras.

 “Te invito a que pases aquí dentro, que te quedes entre las paredes de mi piel y el calor que desprende la sangre que corre por mis venas. Y entre la seguridad que proporcionan mis arterias. Y entre el aire que corre dentro mío; pero te ofrezco una invitación; la invitación al amor. Te ofrezco quedarte en mi corazón, si prometes y me juras por escrito que jamás lo destruirás, ni rasgarás ni dañarás. Si juras que siempre estarás mimándolo, y que si en algún momento de tu vida, si en algún día de invierno otoño primavera o verano decides marcharte y abandonarlo (y abandonarme), lo hagas sin hacer ruido, ni daño. Que camines en silencio y borres tus últimas huellas para yo no poder recordarlas después. Y no digas adiós. Comprenderé tus razones aunque no llegue a escucharlas. Comprenderé tu decisión aunque siempre llore tu partida. Entenderé de la mejor manera que pueda, el hecho de que dejes de vivir felizmente por mi invitación al amor, al amor que mi corazón es capaz de darte. Y prometo hacerte todo lo feliz que sepa. Prometo crear en ti todas las sonrisas que hasta día de hoy aún no he visto en ti. Prometo regalarte palabras, y prometo decírtelas de tal modo que durante muchos minutos seguidos se quedarán en tu cabeza, en tu mente. Y entonces querrás acostarte entre mis brazos, y recibir más calor. Y la ternura emanará de mis manos, y mis dedos alisarán tu pelo, de tal manera, que perderá algo de brillo, pero mis ojos empezarán a restar luz al sol para hacer brillar tus cabellos. Y yo seré tu luz. Seré todo lo que tu quieras que sea, siempre y cuando tú me quieras a mí. Y quieras que sea yo, únicamente yo, la persona que te proporcione amor, luz, y calor. Puedo darte eso, y mucho más, pero sé que no me veo capaz si no aceptas esta invitación al amor. Jamás te pediré nada, me basta con que ahora me prometas que no romperás mi corazón de la manera más fría. Prométeme que serás humano. Que serás la mejor persona hasta el momento de marcharte. Entonces podrás enterrar mi nombre, y deshacerte de los latidos que anteriormente habrás escuchado, y al igual que mis palabras, se habrán quedado en tu mente a convivir con tus pensamientos, y con tu decisión de abandonar mi corazón. Pero sólo te pido que prometas ser humano y que vivas cada día. Que vivas. Conmigo. Y que me des parte de tu vida, yo lo haré también. Y que intentes hacerme feliz. 

Y decirte que esto siento, que he creado esta invitación, es de papel amarillo, con letras grandes y azules. De un color marino.  Y sé que te gustará, quizá sorprendido te quedes, pero te gustará, porque entonces, (espero) me mirarás y me sonreirás, y me darás tú tu propio calor con tu abrazo más fuerte.  Y entonces no necesitaré escuchar un sí, tus gestos y tus brazos me bastarán para interpretar tu silencio. Y entonces mi vida se convertirá en otra vida distinta a la de ahora. Ahora está creada la invitación, es una invitación al amor. A mi amor. A que te quedes con él todo el tiempo que quieras. Pues no dudo que no se va a marchar. Sólo tú puedes hacerlo desaparecer. “

 

Ojalá...

Él le dijo "TE QUIERO" tantas, tantas veces...tantísimas, que ella dejó de atender a esas palabras, dejó que perdieran su verdadero sentido, o mejor dicho, ella dejó de ver que detrás de esas palabras sí había un amor  profundo. Dejó de creer, y comenzó a desconfiar.Una mañana, ella quería sentirse especial. Quería sentirse bien, razón por la cual abrió su armario y cogió el vestido blanco que se había comprado hacía un tiempo y que se encontraba acomodado en una percha. Sabía que aquel día no era especial para ponerse un vestido y empezar a caminar. Sabía que el buen tiempo había llegado pero no se había decidido hasta ese día a estrenarlo. Veinte minutos le bastaron para ponerse aquel vestido, peinarse y pintarse sus ojos miel de un rosa muy suave. Salio a la calle esa mañana y empezó a sentirse bien. El sol no brillaba demasiado porque aun era temprano...pero ella aún no sabía que su día mejoraría, y que en muy pocas horas tendría más razones para sonreír ampliamente.Cuando llegó a casa, abrió el buzón. En realidad, ella no solía abrir mucho el buzón, porque sólo cogía las facturas la primera semana del mes, pero era mitad de mes y ella se olvidaba del correo, hasta esa tarde, en la que, espontáneamente, fue a abrirlo y cogió una carta. No había remitente, sólo destinatario. Al entrar a casa, se sentó y comenzó a leerla:

“Ya no crees en mis palabras. Ya no piensas que te quiero, ya te has olvidado de eso. Y me duele, muchísimo. No imaginas cuanto me duele saber que ya no crees en esas dos palabras que tanto te digo porque tanto es lo que siento... No puedo culparte porque no he estado contigo para demostrártelo día a día. Pero necesito que a partir de ahora confíes en mí, que mis “te quiero” puedan colarse en tus oídos, y que tu mente decida creerme. Quiero que hoy, después de leer esto, cogas ese teléfono que a tu derecha se encuentra, que marques mi número y decidas llamarme. Ojalá suene mi teléfono y ojalá pueda escuchar palabras alegres... ojalá tu voz me diga que vas a intentar creerme...  Porque me duele tanto que no creas en mi amor, éste es fijo, real, constante... y necesito que tú también lo sientas así. Sólo hay dos cosas más tristes que esto: que tú dejes de amarme y que pueda perderte. No puedo permitirme a mí mismo que sucedan esas dos cosas, no puedo. De lo contrario, estaría muy perdido, y no quiero, no puedo estarlo. Porque te necesito, me levanto pensando en tu nombre, y eso es mucho más de lo que pueda parecer o significar... Créeme, eres lo más importante que ahora hay en mi vida, y sé que si te perdiera, tendría que pasar mucho tiempo para que yo fuera el que comenzara a creer en un “te quiero” que no procediera tu voz... Ojalá me llames, ojalá dejes que todo cambie, ojalá dejes que yo sea una razón por la que tu sonrías cada día. Quiero estar en tu vida y quiero seguir demostrándote mi amor, pero no sólo con dos palabras, te lo demostraré con otro millón de cosas que te ofrezcan felicidad e ilusión.Ojalá ahora estés sonriendo y estés decidida a llamarme... Ojalá decidas tenerme en tu vida, ojalá dejes amarte... "

Ella sonrío. Dobló el papel y... cogió el teléfono. 

-¿Diga?

-Hola. Soy yo...

 -Hola

-Que sí.

-¿Cómo?

-Que sí. Que quiero que me ames. Prometo no asustarme de nuevo, prometo no esconderme más. Prometo creerte.   Prometo dejarme amar