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Pequeña

Uno de mis días...

Hay dias y días... días en los que nos sentimos desgraciados, o tristes, o muy melancólicos. Días en los que no nos levantaríamos de la cama ni siquiera para prepararnos el desayuno, lavarnos la cara y quitarnos las legañas cual cocker recién despertado.

Días en los que damos todo por perdido porque algo ha ido relativamente mal, o hemos recibido una contestación algo dolorosa, con o sin intención por parte de alguien a quien valoramos. Días en los que nos sentimos más abatidos que nunca. Días en los que no tenemos ni el 50% de la fuerza que tuvimos el día anterior, que, sorprendentemente, marchó genial.

Días en los que teñimos de negro el cielo y no alcanzamos a ver las nubes ahí, ahí arriba. Ni el sol. Y si lo vemos, probablemente nos ciegue, porque son días, días malos, desavenidos, días que queremos olvidar de cualquier manera. Días de tiempo eterno, de relojes parados, de lágrimas intactas, de estómagos vacíos, de nudos en la garganta y de ganas de calor.

 

Y después... descubrimos que hay días llenos de cosas buenas. Esos días que te levantas temprano con una sonrisa en la cara, te peinas, te vistes... y estás dispuesta a brillar, o a contemplar el sol brillando (por algo, cualquier cosa). Días en los que la alegría te visita y alguien te hace sonreír. Días en los que un leve roce inesperado, o una mirada de medio minuto o un intercambio de algo que haga tocar dos manos (contando que una es la tuya) te hace diferente. Te hace feliz. Por momentos, por instantes, como casi siempre. Y empiezas a sentir que eres capaz de juntar las piezas del puzzle que tú quieres para ti. Días en los que él te mira, te hace dos preguntas pero sin interrogarte sobre tu nombre, porque ya lo sabe. Y te reconoce al mirarte en los ojos, sabiendo que te vio en otra parte, en otro lugar donde dos vidas se cruzaron. Y te sonríe, te mira de manera indirecta durante unos segundos, y tú te mueres por hacer lo mismo. Hoy sonrío, porque todas estas cosas están enmarcadas en dos tipos de recuerdos. Uno, el físico, el que puedes conservar, dos: el que habita en tu mente y te alimenta y te recuerda cada mañana como fue ese día tan especial para ti. Que a lo mejor para otra persona habría podido ser un día normal, compartiendo un tiempo con una persona normal hablando de algo normal. Pero a veces los días son así, inesperados, y el destino te pone a alguien a tu lado, a alguien en quien tú ya te habías parado a pensar mucho antes.

 

Pero el futuro me ha presentado algo bonito, y no lo quiero dejar de mirar.

Hoy ha sido un día de estas características, un día bonito, un día tierno, un día feliz.

1 comentario

J.Masip -

un lugar para repetir...te dejo mi blog

http://bymasip.blogspot.com/