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Pequeña

Cobarde

Me quedo sentada en el suelo, notando el frío y a su vez las grietas que han nacido en el parquet, a causa de la humedad y el tiempo. Desvarío durante cinco minutos, (sólo cinco minutos) pensando en todo lo que podía haber hecho y no hice. Me miro las manos y cierro los ojos.

 

Querría ahogarme, matarme.  Desenvolverme de la desgracia y crear una carta de despedida que no suene a despedida. Escribir un “adiós” que no suene a “jamás”. Escribir algo que no huela a tristeza.

 

Pero sigo sobre este suelo helado, y sigo envuelta en dos mantas estrechas y sólo deseo matarme. Pero sé que soy cobarde hasta para eso. Y hasta para eso dejo correr al tiempo. Y en estos momentos nadie toca el manillar de esta puerta que me encierra en la desgracia que no me suelta porque se ha acomodado del todo. Y no, nadie puede rescatarme, quizá sea porque yo soy inrescatable. Es una posibilidad. Quizá esa sea la palabra que mejor me defina a mí misma. Por eso no puedo volver a mirarme y decirme que dejaré que sea el tiempo quien acabe conmigo, y mis pulmones que a veces, muchas, también se tornan estrechos y el aire es insuficiente para mí. Y mis bronquios me amenazan con quedarse mucho más pequeños, y mi corazón late cada vez más despacio. Y mis ojos se abren una  última vez, y mis manos se abren completamente. Las palmas de mis manos están más claras que nunca. También hay grietas en la piel de mis manos debido a las heridas inesperadas. También suelto mi última sonrisa, la sonrisa que grita en silencio “Soy irrescatable, y por esa razón no puedo seguir viviendo, por esa razón el mundo ha dejado de ser mundo para mí”.

 

Creo que mis sonrisas siempre han hablado más que mi voz y mi boca. Creo que nadie ha sabido ver en mi sonrisa que quería morirme. Creo que es difícil pronunciar el trabalenguas de mi vida, y descifrar la ecuación de mi vida. Todo es demasiado difícil, y yo no puedo pintarlo todo más fácil. Además de la capacidad de confiar y volver a querer, me han arrebatado también la capacidad de volverlo todo más sencillo. Pero la complejidad que cierto día eché de mi vida, ha vuelto, volvió para consumirme, para regalarme el más afilado de los cuchillos y un espejo hecho añicos. No puedo contemplarme, y aunque lo hiciera, no me gustaría lo que vería en él. En los espejos puedo ver la amargura y la cobardía de mi ser. Y mi ser no suele responderme en momentos como éstos. Por eso sonrío, porque es mi sonrisa, la comisura de mis labios rojos quien me habla. Y me dice que también se llevaron mi valor, pero no mi fuerza.

 

También mi corazón late al son de “eres fuerte, y puedes seguir viviendo”. Pero no puedo fiarme de mi corazón, no puedo hacerle caso ya, porque se ha acostumbrado a equivocarse (no a engañarme), engañarme me he engañado a mi misma, yo sólo creí que los consejos del corazón eran los mejores consejos que podía recibir. Pensé que mi corazón era más inteligente que mi cabeza. Pero he descubierto que no. Y lo he descubierto tarde. Y ahora, (también tarde) mi cabeza me traduce las palabras que me enseñan a despedirme de la mejor manera que he podido comprobar: escapándome. No sólo de esta habitación, para dejar de sentir el frío, y poder empezar a sentir mis pies (que ahora ya están congelados). No sólo de aquí y de esta casa, decido despedirme de este mundo porque no me gusta lo que hay en él, o al menos, en poco tiempo he visto demasiadas cosas que me han influido hasta tocar mi alma y mi esternón, y todos los centímetros de mi corazón rojo. Y quiero escaparme, y no ver nada, no tengo la curiosidad de ver algo totalmente diferente (ya lo he dicho, me robaron la capacidad de confiar y creer en otras cosas). Las que he visto no me han dado felicidad, las que he visto me han vaciado y transformado en alguien que fui cierto día y no quería volver a ser. Pero cuando la tristeza se adhiere a un cuerpo, a unos ojos y a unas piernas; es imposible sanarse completamente. Las grietas (al igual que en este suelo), se quedan grabadas demasiado hondas en mí, y no puedo borrarlas, y no hay momento en que pueda evitar mirarme a mí misma y decirme “¿qué ha pasado contigo? ¿qué ha pasado con la chica que antes eras? ¿qué ha pasado con todo lo que había dentro de ti?”

 

Esas preguntas, esas grietas y esas heridas me han inundado de una cobardía incomparable. Inmensa. Eterna. Y no por ello yo quisiera ser eterna, ni inmensa, ni incomparable. No quiero ser. Y por eso me alío al más afilado de los cuchillos. Al más punzante, al que más daño hace en menos tiempo. El que no te enseña otros mundos peores o mejores que éste. El que no te da segundas oportunidades. El que no te deja sobre la palma de una de tus manos un billete de regreso. El que te ofrece los segundos necesarios para escribir una nota y decir lo poco que te gustó el mundo o los momentos, o tus momentos. Pero también te da tiempo para recordar todo lo bonito que viviste.

 

Eso me está ocurriendo a mí. El filo del cuchillo se encuentra sobre mi piel, no está clavando, no está doliendo. Todavía.

Estoy recordando, haciendo uso de la memoria, de la que me voy a despedir en breve. Me ha gustado conocerla, es decir, me ha gustado que trabajara de esa manera, sin embargo, y en estos últimos momentos quiero reprocharle que no se ha olvidado de muchas de las cosas que son hoy el motivo de esta decisión y despedida.

Podía haberse esforzado por mí y olvidar lo que yo no pude. Podía haber estado a mi lado, más de mi parte, y deshacerse de instantes llenos de cobardía, de mentiras, de cosas que no concuerdan conmigo. Que nunca en realidad lo hicieron.

 

Mis ojos también podían haber trabajado mejor, y haberse abierto más.

Y mi corazón va a pararse, por, también, múltiples razones que ni mi memoria ni yo fuimos capaces de evitar y eliminar. Creo que no poder retroceder y no saber hacer las cosas de diferente manera (mejor), nos conduce al desahogo, a la peor derrota. Y mi peor derrota es ésta: dejarme vencer. Me caigo y caen también mis lágrimas sobre las grietas que pueblan esta preciosa madera que quedará derramada de la sangre que un día bombeaba dentro de un corazón que creía sentirse sano.

 

Definitivamente, lo estaba, sano. Muy sano. Sano antes de tantas cosas y antes de tantas palabras y sonidos que ha retenido mi memoria, para matarme, para proporcionarme las ganas de escaparme, desaparecer y escribir en este folio azul lo último que quería hacer con mi vida.

 

Podría quedarme esta noche aquí, y llenar el folio de todas las cosas bonitas, que son las que deben prevalecer y estar por encima de todo lo demás. Podría deshacerme de estas mantas, y quedarme desnuda, y conseguir una muerte más rápida. Podría frenarlo todo y coger el pincel estrecho que escondí, y encontrar la acuarela más brillante y hermosa de todas para pintar esta noche más feliz. Pero esta última palabra tampoco concuerda conmigo. La he utilizado en muchas ocasiones, he inventado mil frases dejando un hueco en todas ellas para esa palabra y jamás ha concordado.

 

Me toca escribir una última frase, y aunque parezca mentira no sé cual. Me siento rara, pero sé que eso también se debe a la cobardía. No he sabido deshacerme de ella. Es algo que no he podido evitar, como muchas otras cosas. Por eso he decidido que no podía malgastar más tiempo en recordarme todo lo que me faltaba para poder volver a ser quien era, y quien quería ser.

 

No he podido conseguirlo. No he podido sobrevivir a los avatares. No he podido tejer otra piel. Ni transformar mi mente ni cambiar de corazón.

4 comentarios

Borja -

Feliz año peque...

Un besazo!!!!

isilrod -

Llevaba mucho sin entrar. Demasiado sin leerte. Lo sé. Lo siento.

Y la razón es (pensarás) bastante absurda. Tengo una aversión natural a los párrafos de más de diez líneas :P.

Y tú sueles escribir desde las entrañas (y para esos mensajes en una botella no suele haber límites espaciales que valgan).

Hoy he leido lo que escribes despacio, con cuidado. Y no te voy a negar que me has dejado un poso de desazón en los labios.

Para el año nuevo me gustaría llenar el cuenco de mis manos de las cosas que te gusten. Pintarte en los labios una sonrisa o simplemente hacer que brille en tus ojos algo especial. Me gustaría ofrecerte un abrazo fuerte fuerte para decirte que no estas sola. Que no estés sola. Y transmitirte la fuerza que en tu situación yo aprendí a buscarme (sí, aunque ahora te parezca mentira muchos nos hemos sentido como tú en este momento, y con amigos y familia y gente que te quiere se sale para adelante. Te lo prometo).

También quisiera hacerte ver lo que vales y lo que podrías hacer si esa fuerza que transmiten tus palabras (no, no me pareces cobarde en absoluto) la dedicases a quererte (pues por ahí se empieza), en lugar de a machacarte.

El problema es que sólo tengo la pobre ayuda de un teclado y la calidez que puedas notar en una pantalla de ordenador.

Laura, por que tengas un año mejor que el que se fue. Tú te lo mereces. Seguro.

Un beso enorme, pequeña.

Alex -

Feliz Año, Pequeña..
Que el Sr 2008, te cuide y se porte bien contigo..
Muchos besos Laura.

ebah -

Querida scarlett, no te exijas de esa manera, eres tu peor juez en este momento donde más te necesitas como amiga.Los sueños son lo más bonito que hay en nuestras vidas, son el motor que nos impuls a vivirla cada día.y nunca van a desaparecer porque son parte de nuestro ser. Bien decís que la juventud es una edad donde los sentimientos y las emociones se viven más a flor de piel, y así como nos elevan al mejor de los cielos la tristeza suele derrumbarnos de un solo tiro. Porque la vida aún ha sido corta y la razón no ha fortalecido lo suficiento a nuestros tiernos corazones. Pero eso es lo que va sucediendo, cada experiencia ,buena o mala, nos enseña y nos marca, y solo viviendo y transitando esas experiencias es como vamos disfrutando más a conciencia de los momentos felices y sorteando cada vez más a tiempo los malos. Lo que no significan que hasta que nos dure esta vida nos seguiremos equivocando siempre, o dejando pasar situaciones felices por miedo o por no saber verlas. Porque mira mi niña, no es simplificarte la vida, pero podemos llorar todo lo que sea necesario, y romper cosas y patalear y maldecir, y luego tomar el tel y llamar a alguien que querramos que nos acompañe o nos consuele porque sabemos que lo sabe hacer muy bien. Y no hablo sólo de un amor, hablo de un buen amigo por ejemplo. Porque el amor de pareja es importante en esta vida, pero a esta edad suele ir y venir y los buenos amigos son los que quedan. Y yo se que los tenés, porque los leí y te aprecian y quieren y valoran lo suficiente para estar a tu lado en estos momentos tan tristes. Porque es verdad, y te lo digo por que soy igual, lo que mas cuesta en estos momentos es tolerar la angustia y la desazón y sólo transitar por ella sin tantos reproches. Imagina un niño que llora desconsolado y su madre en lugar de confortarlo lo esta regañando todo el tiempo ¿cómo se sentiría? No es lo que esperaríamos de su amada madre. NO hagas lo mismo con tu hermosa persona, tan sensible y tan frágil.No fragil por falta de fortaleza, hablo de la fragilidad de esas personas hipersensibles que saben ver de la vida lo que otros no son capaces, porque tal vez no quieren o no nacieron con ese don...
Fijate que decis que tu memoria acude en estos momentos a mostrate aquellas cosas que te hicieron feliz alguna vez, y aunque tus ojos hinchados como tu alma de tanto llorar no te permitan verlo bien, ahí estan para recordarte que hasta en este que sentis como el peor de tus momentos puede ser sustituído tal vez dentro de poco por una vivencia tan feliz como las pasadas. Pero no esperes que sean extremos. Ni lo más feliz ni lo más triste de tu vida. Yo hoy sigo aprendiendo que ni blancos ni negros, hay una enorme gama de grises que están en medio. Por favor hoy escuchame, leeme y creeme que todo va a estar mejor , de a poco, y que sí depende de uno que la vida sea la que nosotros queremos vivr, y ya iras aprendiendo mi niña que no es cobardía, es que a temprana edad no todo puede saberse de la vida, ni yo que soy de seguro mayor que tu dejo de aprender en cada momento que me ocurre algo imporatnte en mi vida.Nadie te roba tus sueños, nadie cambia tu ser, nadie tuerce el rumbo de la vida que deseas vivir, solo son personas equivocadas o malas experiencias que nadie puede evitarte que pases, porque eso se vivir por más que nos duela a veces. Y si lo que puedes hacer para sentirte mejor es escupirle en al cara lo que sientas y si lo guardas solo te envenena. Veras que el alivio es inmediato,y de una sola vez nada se repara. Tal vez ecesesites más de una...ESo sigo aprendiendo hoy, que guardarse el dolor y la bronca solo atenta contra nosotros mismos.Nada de eso, a escupirle en la cara lo que nos dolio si no se merce el diálogo, y si si lo merece y queremos reanudar algo, hay que hablar y hablar hasta que todo sane,Pero si la persona no suma a tu vida solo sacala y tomate de lo más lindo que te pueda estar pasando en ese momento, por más pequeño que sea, es el mejor de los remedios, el día a dia, aunque duela, aunque frustre sentir ese dolor, nada es mágico, es solo cuestión de tiempo y buenas compañias, que si las hay niña, si las hay...