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Idealismo

Hundirse, quedarse vacío, lamentarse...verbos que ya no compatibilizan conmigo. No. Ha pasado bastante tiempo, tiempo que he invertido en crear sonrisas de una validez de 1 minuto cada una. Y a cada minuto soy más consciente de todo. De todo lo que me rodea, ha rodeado y rodeará. Sé, estoy segura que puedo diseñarme nuevas sonrisas, que superen los sesenta segundos. Estoy segura que encontrar la verdadera felicidad es un proceso largo y costoso, pero posible. Estoy segura que el tiempo ayuda a veces a encontrarla, y te ofrece a veces la mitad de las pistas, te alinea el camino, y todo se ve con más claridad.

Creo que la niebla es lo que ha ido empañando mis días y mis noches, y mis palabras gastadas e inútiles, y mis pensamientos erróneos. Y nunca me ha gustado la niebla. Hace muchos años que la cogí miedo, en una de las carreteras hacia Valencia. Me acuerdo que tenía 12 años, y tenía unas ganas inmensas de llegar a mi destino. Recuerdo las curvas del camino.

Recuerdo ahora que hay muchas cosas a las que tengo miedo, pero también se lo tenía al paso lento del tiempo, y ahora ya no. Ahora no me importa cómo pase, porque no me afecta tanto como hace un tiempo. Sé que me encuentro bien, como debo estar en estos momentos. Sé que he recuperado parte de la fuerza que perdí. Sé que mis ojos alcanzan a ver lo que deben ver, y sé que mi mente ya no produce crucigramas. Todo está más claro. Ya no hay niebla.

Ahora he sabido resolver el crucigrama. Y el tiempo ya no me amenaza. Tampoco lo hace mi vida. Está esperando a regalarme el momento más bello de todos. Está a la vuelta de la esquina, pero he decidido que todavía no llegue. Que el tiempo siga pasando, y entonces la vida seguirá actuando. Y gasto el tiempo en decidir y en vivir, de la mejor manera que puedo, de la mejor manera que sé y he aprendido en estas últimas semanas.

Hago uso de las palabras no de la misma manera, ahora soy alguien menos frágil pero más realista todavía, y cabe decir que siempre he sido realista.

No voy a mentir y decir que detesto las personas idealistas, hace muchos años yo también lo fui. Y se vive muy bien, pero esa burbuja acaba rompiéndose, o a veces la destrozamos nosotros mismos con la rabia que nos produce cualquier hecho real, constante. Creo que ese tipo de burbuja está bien para los 15 años, cuando piensas que todo es para toda la vida, que el amor es siempre verdadero y permanente, y piensas que tu vida te va a crear un camino de lindas flores y rosas rojas.

Pero la vida no ofrece rosas rojas, ni siquiera lindas flores.

Las has de buscar tu mismo en cualquier campo, y regalarte una y rociarla con lágrimas propias de felicidad. No es bueno depender de esa idealización que reproducimos a través de las cosas y las personas. No es bueno hipotetizar, o soñar con algo que creemos que se cumplirá “algún día de estos”

También pienso que a medida que pasan los años, quien decide seguir siendo idealista, no es tan horrible, cada uno decide, cada uno opta por una manera de vivir diferente a la de los demás.

Es posible que ser demasiado realista tampoco sea lo mejor, no. De hecho a veces pienso que a todos nos convendría en gran medida realizar una mezcla de idealismo y realismo y aplicárnosla. Pero la vida tampoco funciona así. A veces tenemos que elegir entre A y B. Y sé que el idealismo a mí, me hace daño, por eso decidí soltarme de su mano hace pocos años.

Ahora, de mano de la realidad, doy los pasos más firmes. Pero eso no quiere decir que perdamos la fragilidad. No, es un proceso (al igual que la búsqueda de la felicidad); muy largo, y para recoger frutos, se requiere vivir durante un tiempo siendo lo más realista posible.

Aún así, tenemos momentos de gran debilidad, sí (no nos abandona, casi nunca) y caemos en gramos de idealismo. Y nos volvemos quinceañeros, pensando que algo sí puede durar toda la vida, o al menos parte extensa de nuestra propia vida. Pero entonces volvemos a darnos cuenta que el idealismo solamente pinta de azul oscuro los momentos que creamos para vivirlos con una sonrisa.

Es la realidad, quien a veces pinta todo de crudo. Pero otras muchas veces, contrarias a ésta, pinta de colores llamativos, alegres, brillantes. Y por esos, por esos momentos merece la pena vivir con ojos realistas, con mente realista, con manos realistas.

Podemos retroceder, y cambiar el modo de vivir que hemos escogido.

Cada uno decide, cada uno puede autoevaluarse, y pensar qué es lo que mejor se le da.

Pero no, hace tiempo que le di carpetazo al idealismo,  y tampoco quiero a alguien que me dedique sus días si es idealista. No quiero que me idealicen, no quiero que idealicen mi forma de pensar o el color de mis ojos.

 

Y mientras escribo, pasa el tiempo, (a su antojo) ahora, ni deprisa ni despacio. Y mientras escribo la felicidad está jugando al escondite, resguardándose y buscando calor ahora que estamos en invierno.

Y yo le deseo el mejor invierno, mientras escribo.

Y que no se muera de frío.

Y que no tarde en volver

Porque quizá en primavera le apetezca visitarme, y entonces yo la recibiré con los brazos abiertos.

 

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