Agua salada
Siempre entendí que estábamos compuestos de agua. Agua salada. No dulce. No pueden emanar jamás de nuestros ojos lágrimas dulces, porque aunque lloremos de emoción, siempre saben a sal. Siempre son saladas. Y sin embargo, podemos llegar a ser las personas más dulces, dependiendo de la personalidad que nosotros tengamos, depende de las palabras que hayamos empleado y pronunciado a lo largo de nuestra vida, y todo lo que hayamos hecho hasta el día de hoy. Y habernos preocupado por cualquier cosa, aunque mínima o estúpida pudiera parecer. Y haber escrito cartas que a pesar de acabar luego en la papelera nos parecían importantes. Y haber gastado tiempo aunque después nos demos cuenta que de verdad lo hemos perdido, (en hacer todas esas cosas que queríamos hacer por alguien). Y que llegue ese alguien a destrozar parte de tu vida y a no valorar los sueños que tú no pusiste en tu cabeza por arte de magia. Y que ese alguien te muestre sin palabras y sin sonidos que estás hecha y compuesta de agua salada. Y que tus lágrimas comiencen a hablarte, a decirte lo estúpida que has sido. Y a intentar darte el empujón que te hace falta, para salir de la cama, para salir a la calle, para subirte al autobús o para escribir en el cuaderno que siempre se te olvida llevarte a clase porque tu cabeza anda perdida en otro mundo que no es éste. Y te das cuenta, también, gracias a ese alguien y a esas lágrimas saladas, que no te gusta este mundo, ni siquiera ese mundo extraño donde se encuentra perdida tu cabeza. No te gusta ningún mundo, ni siquiera el que creíste que era para ti y en el que creíste ser la persona más feliz de la faz de esta tierra. Y entonces empiezas a odiar a la tierra, al mundo, al aire aunque vivas gracias a él y al agua. Porque tú te tiraste años queriendo que fuera agua dulce y nunca pasó a serlo. Siempre se mantuvo siendo agua salada. Y ya no sabes si acabas enamorándote de la sal que te puebla, o si acabas saboreando las lágrimas que se van resbalando sin darte un previo aviso de que están ahí, para decirte mil cosas sin pronunciar una sílaba de cualquier palabra que te podría producir cualquier tipo de daño, el peor...pero resulta también que has experimentado mil dolores, y mil tipos de daños, directos, indirectos... mil tipos; y entonces llega ese momento en tu vida en que todos te parecen malos, todos se convierten en los peores. Y saboreas esa lágrima que ha nacido estando tan callada... Y quiere pasar desapercibida, pero vuelves a contemplarla en tu rostro, vuelves a saborearla, y vuelve a ti. A estar dentro de ti. Y no dejas de ser agua.
Salada, claro. Siempre salada.
Y contrarrestas todo esto con alguna sonrisa, también perdida, que dejas colgada en algún lugar de alguna calle que has pisado. Pero dejas de acordarte de esa sonrisa, y quieres olvidarte de tus lágrimas. Y sigue estropeándose tu mundo, sigue jodiéndose todo, y sigues buscando todas esas cosas que eran tuyas, y que de verdad eran dulces.
1 comentario
lamaladelapelicula -
amáte como te mereces, amáte como has amado
un beso