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Pequeña

Regalar recuerdos

Podría regalarte recuerdos. Regalarte todos y cada uno de esos momentos que pude llegar a vivir  y que desde el principio quise guardar con mimo en mi caja de secretos. Pero esa caja se encuentra abierta, y la llave se ha extraviado. No puedo volver a cerrarla, y creo que es una señal. Creo que el único deseo que ahora me queda es dejar irlos. Que se marchen a donde quieran, y que si vuelven, lo hagan cuando yo esté curada, y sana. Y me encuentre con media sonrisa presente en mi cara, y que mi boca desprenda sonidos alegres y mis ojos deslumbren durante un pequeño tiempo, y mi pelo se vuelva brillante y quiera bailar con el viento, como antes. Y quiera silbar y hacer cantar a las hojas. Y que la vida se me vuelva bonita, y que yo me vuelva bonita también. Que no me asuste nunca más, que no se me acumulen los latidos, que no se me cierre la garganta. Que el espejo grande me recuerde la imagen que yo tenía hace unos años y que mis pies no se sientan cansados ni mis piernas pesadas. Que mis manos vuelvan a tener vida y mis palabras signifiquen algo. Que las frases sean completas y no únicamente simples. Que la historia de mi vida pueda ser contada, y que tu nombre desaparezca para que yo pueda volver a caminar en equilibrio, con la cadera firme y la piel tersa. Que el tiempo pase para cambiar mis momentos, y ofrecerme días llenos de sol y de pequeñas nubes blancas. Muy pequeñas. Y que el cielo tenga diferentes tonos de azul para yo enamorarme de cada uno de ellos. De cada uno de esos tonos que pueden embellecer mis mañanas. Y que no haga frío en las calles de la ciudad para que mis tardes sigan siendo tardes agradables, y que el sol no tenga prisa, y que tu recuerdo se extravíe como esa llave entre las piedrecitas del parque que los niños utilizan para jugar y cansarse.

Y que vuelva ese recuerdo cuando yo sea una mujer más fuerte. Cuando mi debilidad haya decidido poblar otro cuerpo y otra vida, y haya decidido despedirse de mí definitivamente. Y que mi pena se haya escondido en los jardines, y las rosas sean las cómplices de ese escondite. Y que no vuelva esa pena a encontrarse conmigo. Y encontrarme más tranquila en este asiento, y pensar, pero por poco tiempo, qué me queda por hacer y qué es lo que puedo hacer ahora con tus recuerdos, que a la vez también son míos. Y pensar, por ejemplo, que los quiero tener y guardar en otra caja aparte, o sentir, por ejemplo, que es mejor regalártelos, y que te los quedes tú, y que así tú decidas qué hacer con ellos. Y darme una respuesta, o no dármela, porque sea lo que sea, definirá el significado de tu propia voluntad, algo en lo que no puedo incidir. Algo que yo no puedo modificar, algo que ya no quiero cambiar. Algo que se halla ya fuera de mi vida. Pero estos recuerdos todavía se encuentran desorganizados entre mis cosas. Y quizá tú sepas deshacerte de ellos porque así lo deseas, o tal vez quieras molestarte en ordenarlos y guardarlos tú en tu caja metálica, que a diferencia de la mía, es fría. Fría como tus últimas palabras.

1 comentario

Alex -

Sabes,Laura.....tus recuerdos, solo te pertenecen a tí....solo tú puedes hacer con ellos lo que quieras....pero, estos recuerdos, siempre formaran parte de tu vida......
Para tí ,(si las quieres), unas palabras que he leido hace poco.....
....."El principio del amor, es dejar que aquella persona que amamos, pueda ser ella misma, porque , si tratamos que sea como nuestra imagen, solo amaremos el reflejo de nosotros mismos en ella...
No puedo hacer que alguien me ame, solo puedo convertirme en alguien que sepa amar".....
Besinos.