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Pequeña

Decidir

Ella gastó tiempo en elegir las mejores prendas de su armario y en combinarlas correctamente. Gastó tiempo en vestir a sus labios de granate y sus pestañas de negro azabache. Quiso escoger el bolso perfecto, imaginando que podría vivir un dia perfecto. No quería destacar, su único deseo se limitaba a ser admirada durante unos segundos por sus ojos. Deseaba y ansiaba que el le arropara, le susurrara y le dijera en voz alta muchas de las palabras que ella había estado esperando oir. Ella esperaba de él todas las cosas que le habia prometido vivir. Ella esperaba esa vida. Esperaba esa vida, pero sobre todo esperaba que no se marchitaran sus sonrisas. Pero sin duda lo hicieron. Ella dejó de sonreír. Pasó a ver la realidad de una manera clara, muy clara, quizá demasiado. Ella era realista, solía serlo porque era lo que le había tocado vivir y sabía que no valía de nada engañarse, ni esperar demás. Pero esta vez ella esperaba únicamente lo que había vivido anteriormente, de manera despierta. Esta vez ella esperaba vivir, y no habia empezado a engañarse. Esa realidad le tradujo que su voz había hablado demasiado, que sus palabras se habían escapado a gran velocidad, que sus manos no podían controlarlo todo, y que sus corazones latían a diferente celeridad. No compartían el compás. No latían conjuntamente. Todo empezaba a desmoronarse. Todo empezó a destruirlo. Ella no podía sentirse tan sola. La soledad le ahogaba y asfixiaba. Ella quería y necesitaba ser y sentirse libre. Y había estado apunto de perder su libertad por empezar a respirar del amor. Había estado apunto de vaciarse del amor que había estado mimando con las yemas de sus delgados y frágiles dedos y la calidez y ternura de sus antebrazos. Pero no todo dependía de eso, no todo dependía de su voluntad, ni siquiera la felicidad dependía de los escasos gramos de ilusión que le quedaban muy adentro suyo. Ella no quería desgastarse por completo. Ella quería seguir notando los baches, las alturas, el vértigo, las prisas...Ella quería notarlo todo aunque todo no le hiciera feliz. Pero sabía que siguiendo así, esperando, esperando, esperando...no podría vivir lo que había estado viviendo. Sabría que de este modo no tendría miedo, pero tampoco tendría vida, ni se desprendería de la soledad que, al fin y al cabo, también se estaba llevando parte de su vida y de su tiempo que, luego, nadie le devolvería. Decidió desconectar. Decidió borrar algunos de los trazos del mapa y guardar los restos de su recuerdo. Decidió mirarse al espejo, decidió volver a pintar sus labios de granate, esta vez, no para él, sino para sí misma. Sonrió levemente, y se quedó quieta. Pestañeó, respiró, cogió su chaqueta y salió a la calle. Sus rizos comenzaban a enredarse entre sí y ella empezaba a notar el frío del incipiente otoño. Dio un corto paseo por las calles cercanas a la suya. Y habiendo decidido abrir una de las puertas para que el olvido empezara a hacer de las suyas, ella esbozó una pequeña sonrisa. Todo podía empezar a ir mejor, ella sólo podía intuirlo, pero ya había hecho lo más importante: huir de su soledad impuesta y mirarse al espejo con otros ojos más brillantes.

1 comentario

Alex -

...."Dos corazones,que no laten al mismo compás"...
Podria ser el titulo de una pelicula......Tienes mucha imaginación.....
¿Sabes,Laura?.....pienso que podrias ser una gran guionista de cine o teatro.....¿Te imaginas, que dentro de unos años, escribieras el guión de una gran pélicula?.....Nunca se sabe. ¿verdad?....seguro que te llenaria de felicidad...(y dinero, porque nó)....