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Pequeña

1ª y 3ª persona

Y sentir que puedo volver a andar y hacer uso de mis piernas, aunque no de mis brazos, porque no puedo volar. Y aunque pudiera no me atrevería, jamás sola. Mis miedos son así de celosos, nunca me dejan sola, siempre me acompañan. Y aunque deberían abandonarme jamás lo hacen, algunas veces son los protagonistas de muchas escenas de mi vida, volviéndome pequeña, y más, mucho más frágil que nunca. Otras veces, se encuentran cómodos ahí, detrás de la ilusión, del poder y de la voluntad. Del amor. Y me dejan vivir, y dejan que viva lo que quiero y deseo vivir. Pero siempre están ahí. Hoy he vuelto a soñar, y necesitaba decirlo. Un solo sueño, pero tenía que empezar así. Había agua y estaba perdida, me caía una barquita de color amarillo del cielo y yo me subía a ella con la única esperanza de volver a casa, y dejar de sentirme tan sola. Tan perdida. Me despierto, y me encuentro en casa, en mi cama, la de siempre, entre mis cosas y mis nuevos cuadros que he colgado en la pared, porque así lo he decidido. Abro los ojos y veo que es en esta vida, la real, en la que más perdida me encuentro. Otras veces no siento eso...en esas otras veces cuesta menos sonreír y caminar. Y no sé por qué a veces escribo en 3ª persona cuando plasmo cosas que yo siento y vivo, y no sé por qué escribo en 1ª persona cuando son historias que jamás he vivido. Sólo sé que es peor saber lo que quieres y no poder dar un paso adelante, que no saber lo que quieres. Sólo sé que es mejor acostarse cuando estás derrotada, y abrir los ojos cuando te sientes segura, y actuar cuando te sabes el guión de memoria, cuando la improvisación deja de ser suficiente, cuando el otro personaje te ofrece la mano y te coge los dedos...sólo así es más fácil andar, y si te atreves, a volar un rato, y volver. Pero pronto. Porque no es fácil mantener el equilibrio, y mucho menos lejos del suelo.

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