Ponerse en pie

Con el paso del tiempo vamos gastando los días, en vivir, en hacer todas esas cosas planeadas o no previstas. En besar, en madrugar, en leer, en escuchar... y parece, (a veces) que todos los días son iguales, y que nada cambia, pero realmente no es así. Parece que nada se transforma, y no es así. Porque a veces los cambios no son repentinos, ni vienen de golpe. A veces los cambios se van dando poco a poco hasta que, una mañana, (pensando todavía que nada ha cambiado en tu vida) te das cuenta que todo esta pendiente de un hilo, pendiente de una cuerda muy floja, sí, esa cuerda que todos nombran al menos una vez en la vida cuando no saben qué hacer referente a una decisión bastante importante. Y a veces no tan importante. Porque todos tenemos diferentes maneras de enfrentarnos a los problemas: luchar, dar la espalda, dejarse caer, hundirse o salir y emerger, para bien o para mal. Pero el punto cero es ese: la cuerda floja, el hilo que tememos romper cuando caminemos sobre él, el hilo que tememos que se deshaga mientras estemos intentando seguir con todo... y el error es seguir caminando con miedo, con el mismo miedo que tuviste cuando comenzaste a advertir que tu vida, o buena parte de ella, pendía de un ligero hilo. Y siempre es tarea nuestra el intentar que no se rompa y que todo vuelva a ser como antes, o no. Pero si nos quedamos ahí, sin recorrerlo, nada sucederá. Porque nadie vendrá a empujarnos. Y claro que da miedo enfrentarse a las cosas, pero no hay otra salida, porque abandonarlo todo es mucho peor. Y al final, no merece la pena dejarlo todo. Es mejor seguir caminando, sin mirar hacia abajo, y compaginar el movimiento de uno de tus pies con el otro, y andar, como si hubieras estado toda tu vida andando. Como si tus pies fueran los más firmes, y como si tu fueras la persona mas decidida y valiente de este mundo. Solo asi podemos intentar que ese hilo no se rompa y que todo lo demas, todo lo que compone nuestra vida, tampoco se rompa. Podemos romper con fotografias, con algunos recuerdos, con cosas que creemos no necesitar porque ya son viejas o porque quien nos la dio ya no está en nuestra vida. Pero sin duda, lo mejor es ponerse de pie y andar. Porque sin darnos cuenta, habremos llegado al final, y miraremos hacia atras y veremos ese hilo intacto, y mucho menos endeble tras nuestras pisadas. Y así, también, puede ser que nuestra vida no vuelva a tambalearse, porque ya habremos decidido, y caminado y habremos vivido como pensábamos que teníamos que vivir. Y siempre es así, ponerse en pie y caminar.
0 comentarios