Significa mucho
Ella dice que esto significa que estoy empezando a abrir un poquito el corazón. Ella me lo dice y yo le creo. Porque el hecho de pensar en otras cosas, en otras personas, en otros momentos y en nuevas sensaciones pueden ser el conjunto de esos empujones que me hacen falta para abrir todas las puertas y disfrutar de todas esas habitaciones a las que me he ido negando a entrar. ¿Por qué? Pues porque a veces ni la vida, ni mucho menos las personas, te lo ponen fácil. Descubres en un par de minutos que todo se ha desmoronado, que todo en lo que creíste no valía nada y todo lo que intentaste construir, se te derrumba por sí solo y se convierte en ceniza. Y entonces comienzas a dudar de ti, y a partir de entonces te niegas la posibilidad de volver a confiar, a amar, a ser feliz de nuevo con una persona que te haga sentir bien contigo mismo y en el mundo. Y te niegas a descubrir e identificar la bondad en la gente que convive contigo, y comienzas a desconfiar también de la credibilidad de las palabras bonitas que te regalan por las tardes, y te despides de los sueños que en su día pudieron valer algo más que ahora. Ahora me siento más capaz para distinguir lo que me conviene de lo que no. Para ver la verdadera esencia de cada persona, para querer entrar en sus vidas y que ellas lo hagan en la mía. Si he estado dando portazos y con el pestillo echado, tal vez, muy probablemente haya sido porque hay días en los que el corazón no puede más. Te sientes vacía e intentas recordar un puñadito de días en los que estuviste peor, y en ese justo momento, no logras recordarlos, y te encuentras más vacía porque te vuelves más triste. Y quieres seguir dando portazos, y patadas, si cabe, y realizar cualquier tipo de movimiento con tu cuerpo que no te impida liberarte, y a su vez, hacerte sentir fuerte, como si de verdad estuvieras viva, porque lo estás, pero no lo sientes así. Y aunque tu madre siga despertándote por las mañanas y te regale el beso más tierno de todos y te prepare un zumo natural, y te sientas con motivos para ser feliz, vuelves a mirarte al espejo antes de empaparte de agua, y ves que no está ahí el rostro de la chica feliz, de la chica que se creyó feliz. Y recurres a esa persona a la que sí puedes contarle tus cosas, porque sabes que si te plantas delante de tu madre y le dices que cada noche te has encargado de empapar la almohada con tus lágrimas, dudará en abofetearte por haberte dejado pisotear, o en cambio, estará compadeciéndote y preguntándote cada mañana y cada noche como te encuentres, y si te sientes bien, y si te estás recuperando, y si hoy sonreíste más que ayer... Yo rechazo todo eso. Me quedo con los mensajitos de esa persona que me anima y se sincera, diciéndome que ahora mi corazón está abriéndose mucho más, que ya tengo más ganas de enfrentarme al mundo, a cualquier cosa que no me guste, cualquier cosa que me parezca fea, y poder así defender mis nuevos sentimientos, y ser atrevida, y aventurera, y recuperar mi esencia, la que sí me definía entonces. Cuando era feliz y no lo sabía, y tuve que perderme en un camino lleno de piedras enormes y puntiagudas que no me hicieron ningún bien. Y el tiempo trata de curar las heridas. Y tú empiezas a odiar los refranes. Y tu corazón comienza a bombear como nunca, y decides que él no sufra por tu gran genialidad, por ésa especialidad tuya de escoger siempre mal. Pero te crees mucho más fuerte que cualquier estúpida elección y cualquier rumbo erróneo que marca cierta etapa de tu vida que logras borrar junto a otras voces, otros corazones. Ella dice que esto significa que estoy empezando a abrir un poquito el corazón. Y sí, no dudo que significa algo. Pues significa mucho.
2 comentarios
alex -
Este es para guardarlo en un rincón especial del corazón...
Yo aspiro a ser una de esas personas que te deja mensajitos de animo y de cariño.....como un amigo desconocido e invisible, pero real.
Besos de buenas noches,Laura.
Spender -
Y a volar se ha dicho.
Besos.