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Perdiendo al olvidar

Perdiendo al olvidar

Hay personas que cuando crecen no saben muy bien si se han superado o no la transición de adolescente a adulto, si han madurado lo suficiente como para poder enfrentarse a todo, a la vida en sí. Hay personas que sí lo saben, que planean todos sus movimientos, todos sus días y sus noches, sus espacios, sus pausas, su tiempo. Todo cronometrado. Todo anotado en agendas que para otros ni siquiera existen. Y viven a contrarreloj, otros a contratiempo, otros en contra de todo, y otros conformándose, limitándose, ajustándose a las manecillas del reloj y a las decisiones de los demás. Y luego están esas personas, que independientemente de como se tomen la vida, por mucho tiempo que pase, por muy adultos que puedan llegar a ser, jamás pierden esa parte de ingenuidad e ilusión que se tiene cuando se es niño. Personas que se niegan a dar la espalda a algo que, sin duda, les roba una sonrisa en el mejor momento. Aprenden a vivir con ilusiones que no dejan atrás, aunque ya no esten rodeados de muñecas o barcos piratas. Deberíamos aprender todos de esas personas, porque creo que si nos deshacemos; o peor, si decidimos deshacernos de esa parte de niños y niñas que fuimos, estamos perdidos.

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