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Via de escape

Todos necesitamos en algún momento de nuestra vida, una vía de escape. Bueno, mejor dicho, necesitamos una vía de escape en multitud de momentos de nuestra vida. Necesitamos desconcentrarnos y desconectar pero no sólo eso...necesitamos salir a la calle con algún rumbo diferente al mismo camino que recorremos todos los días. Días en los que no tenemos ganas de ir a la facultad, y queremos que llegue alguien y nos lleve a cualquier otro sitio, sin hacer preguntas, sin preguntarse también a sí mismo por qué.

Y otras veces necesitamos centrarnos en la rutina que nos envuelve todos los días, y no tener tiempo para pensar, y esa, a veces, es la vía de escape que empleamos, pensando que es la mejor, la más útil. Pero a veces nos equivocamos. A veces elegimos mal, pero ha de pasar bastante tiempo para darnos cuenta que la vía de escape que necesitábamos era otra bien distinta. Pero también nos pasamos mucho tiempo esperando a esa persona que nos llegue con la mejor vía de escape (¿un viaje? ¿una palabra? ¿una cena? ...) cualquier cosa podría salvarnos pero ni nosotros sabemos qué es... y podemos pasar muchos días muchas semanas sin saberlo, y odiando o amando a la rutina.

En otras ocasiones, cualquier vía de escape nos sirve, porque empezamos a sentir otras cosas, y eso nos parece suficiente y dependiendo del momento a veces es bueno conformarse. Es bueno ser comprensivo, y no dar la espalda a todo lo que nos toca vivir. Sí hay gente que es tan feliz, que ni siquiera gasta tres minutos pensando en que cierto día necesitará una vía de escape, y alejarse de su propia vida, para intentar vivir otra. Pero también hay otra gente que se muere por recibir una caja enorme envuelta en un lazo rojo, que contenga decenas de vías de escape, diferentes todas ellas, y pueda así, en los días difíciles, amargos o simplemente feos; coger una y vivir. Sin más dudas, sin tener que tropezar, sin preguntarse a sí mismo o a sí misma por qué la vida a veces se muestra reacia a dibujar sonrisas en los rostros.

A veces pienso que no es la vida la que debe demostrarnos lo que vale, somos nosotros los que tenemos que atribuirle su valor todos los días. Pero el problema radica en la mañana, que en muchas de ellas nos levantamos sin ganas de cambiar las cosas. Otras veces no es necesario cambiarlas; porque llega la persona idónea y nos da ese regalo, y la abrimos con cuidado para no rasgar el lazo rojo. Y sonreímos. Sonreímos ampliamente porque ahí están: decenas y decenas de vías de escape con nuestro nombre inscrito. Y entonces durante diez horas sonreímos, ya sin miedo, porque hemos recibido lo que necesitábamos, porque ha llegado la persona en concreto.

Y no queremos, a partir de ahora, emplear una vía de escape sin la persona que nos obsequió la gran caja de lazo rojo.

Nos sentimos afortunados, y dejamos de confiar en la suerte para confiar en las (pocas) personas que prefieren tu felicidad a la de ellos mismos. Pero también se ha de tener suerte para encontrar a alguien así.

A veces las encontramos, otras veces creemos que existen, otras...las idealizamos...y por último, si nuestra vida o nuestro destino nos lo debe; esa persona aparece.

Y ya dejamos de soñar con ella, porque ya está delante nuestro.

En mi vida hay una persona de estas características, y creo que ahora soy yo quien debe demostrar que me importa mucho su felicidad, sus sonrisas. Ahora me toca a mí.

2 comentarios

Alex -

Que buena ,la amistad...y que bueno demostrar lo mucho que nos importan esas amistades.
Es importante, dejar de pensar en tí, por un momento, para pensar un poco en esas personas que queremos.
Besinos...

Celia -

Hola Lauri, que ganas tenía de que estcribieras algo ya.. que razón tienes con lo de las vias de escape. Cuando quieres que hagamos una tu y yo? jeje yo también lo necesito aunque el tiempo se empeñe en no dejarnos en estos momentos en el que sobretodo tú, está muy ocupada y porque dentro de nada tenemos exámenes... pero el dia 20 no nos lo piyará el tiempo. Un besito mi niña¡¡¡