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Pequeña

Chicles de colores

Escucho atentamente sus palabras creadas entre sonrisas y muecas que evidencian claramente felicidad. Una felicidad pura, envidiable, sana, tan sana, que parece hasta eterna. Escucho atentamente sus momentos, escucho parte de su vida, y en mí aparecen también sonrisas, de emoción, de ternura. Sonrisas que me hablan, sonrisas que me dicen “qué bonito es lo que estoy viviendo, y qué bonito es lo que me hace vivir”. Ella sabe que tiene mucha suerte. Ella sabe que le ha ocurrido lo más precioso que puede ocurrir en la vida: que te regalen amor, que vuelquen en tu vida toda la pasión, toda la dulzura, toda la ternura... Y todo comienza en una galería, comienza una mañana en una galería donde ella comienza a admirar fotografías cuyo dueño, poco a poco, pasa de ser un desconocido a una persona muy, muy agradable. No sabría decir qué es lo más entrañable de todo esto, pero sin duda, yo me quedo con la gran bolsa de chicles de bolas de colores. Él le regala palabras todas las mañanas y todas las noches. Y también por las tardes, jamás, jamás se olvida de ella; y ella lo sabe. Y a ella le encanta vivir, y vive sonriendo porque siempre sabe qué está pensando en cada momento, y es que a cada momento está pensando en ella, en el azul de sus ojos, en su pelo claro, en sus brazos infinitos... A ella le hace feliz su voz. Su voz, la que le deja en ocasiones preciosos mensajes de voz en el contestador. Ella sigue viviendo y sigue contándome que él es diferente. Pero esta vez la palabra diferente es buena señal. Y él lo daría todo por un beso más, lo daría todo. Él volvería a perder un billete de tren, lo volvería a sustituir por un billete de autobús, volvería a desatender sus obligaciones para disfrutar de más tiempo, de más minutos y más horas a su lado. Volvería a hacerlo todo otra vez, a comprar bolas de colores, a colocarle los mechones de pelo, a acariciarle. Y ella lo sabe, y sólo por eso, sabe también que puede sonreír al introducirse en la cama y arroparse con las sábanas que un día tocaron los dos cuerpos, sus cuerpos. Sus propios cuerpos. Sus emociones. Sus piernas. Sus cuellos. Sus vidas.

1 comentario

Karol -

La verdad es que es más de lo que esperaba.
Tú siempre me das más de lo que espero.


Pero esto me ha superado.
Y sólo puedo leerlo todo y recordar todo con una inmensa sonrisa. Porque fue así, y porque es como si tú lo hubieses visto todo.


Y me has robado una sonrisa enorme al hacerme protagonista de tus relatos, scarlett.

Todo el mundo debería tener la oportunidad de encontrar a alguien que nos regalase una bolsa de chicles cada vez que nos encontramos perdidos.


Vino desde una galaría a ponerme en el camino correcto, y por su camino revelador sigo, porque de una forma u otra, y lejos o cerca sé que está cuidando de mis pasos. Como tú.