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Pequeña

Palabras lejanas

Él se sinceró. Hizo uso de sus palabras entonces. Y le hablaba.

-Voy a esperarte.

Ella no necesitaba oír más. O quizá sí. Pero nunca lo dijo.

-Somos dos piezas de un puzzle que debe completarse.

Ella sonrió, confiando esta vez en sus palabras, más que nunca. Concibiéndose a sí misma como esa pieza que él requería a su lado. Junto a sí mismo. Para unirse y mezclarse al mismo tiempo,  y con esa mezcla, dar con el resultado: el puzzle terminado.

 -Soñaré contigo, como cada noche. 

Ella volvió a sonreír. Volvió a desear que él soñara con ella, y ella acabó soñando con él. Juntos visitaron lugares, y juntos se quedaron también quietos en otros lugares. Observando playas, cielos, soles, arena y olas. Niños, juegos, agua, lluvia.

 -Necesito que me quieras, como yo a ti. 

Ella pensó en la amplitud de su amor. En la amplitud de su mundo. Cierra los ojos y decide adentrarse en ese mundo durante unos instantes. Todo tiene otro color, todo le dibuja su sonrisa, en el aire y en las paredes blancas. Ella le quiere, él no sabe la cantidad exacta de ese amor. Él no duda tampoco. Pero regala dichas palabras a sus oídos, palabras, esta vez, llenas de amor. De amor puro.

 -Ahora que he escuchado tu corazón latir lleno de vida, no te soltaré. 

Ella comenzó a respirar suavemente. Su corazón seguía latiendo como la última vez, quizá más débilmente que en aquella ocasión. Él quiso acogerse a ella. Quiso adentrarse en sus entrañas, formar parte de su esencia, quedarse con el aroma de su fragancia que poblaba su cuello y su pecho. Él quiso afinar aún más la piel que cubría sus manos y arropaba sus frágiles muñecas. Ella siguió respirando. Él recordaba el sonido de ese primer latido. Él se marchó queriendo no irse jamás. Ella volvió a desenvolverse del amor para que él se lo quedara. 

 -Gracias... Por hacerme feliz 

Ella sintió la frescura del aire. Y quería seguir sintiendo esa sensación de estar flotando, de sentirse inmune, y también, feliz. 

 -Yo no tengo la culpa. 

Su sonrisa se borró. La de ella. Se vació, por completo, viendo de cerca cómo él no percibía su dolor. Dolor que jamás apreció causar. Ella se resguardó. Del frío y del dolor y de las palabras. Solamente quería respirar. Y un refugio. Donde sólo hubiera cabida a la calma. A la paz. Su vacío era inmenso. Seguiría estando así durante mucho más tiempo. 

-Nunca has sido lo suficientemente fuerte 

Ella siguió desvaneciéndose. Poco a poco. Y en soledad. Comiéndose parte de su tristeza. Intentando curarse las heridas. Cuidando muchas partes de su piel. Abrigándose con sus pequeños  brazos. Aliviándose con música tranquila. Pero cultivando el dolor que le había anunciado que no se marcharía. Ella se rinde y se viene aún más abajo. Conoce la distancia que hay entre el suelo y el subsuelo. Se queda en ese escalón donde, actuar o dejar de hacerlo viene a significar lo mismo. Pierde confianza en sí misma, también en él. Sobre todo en él. Vuelve a preguntarse qué ha ocurrido. Vuelve a no distinguir parte de la realidad que está viviendo (y sufriendo). Vuelve a perder el sentido. Ya no puede reconocerle. Ni puede contemplar su amor, porque tal vez no existe. Ya hay demasiadas fracturas, externas e internas, como para ponerse a recomponerlo todo. Dejan de compartir cosas, pensamientos e ideas. Ella consigue seguir viviendo de la mejor forma posible. Él vuelve a vivir como antes. Con sueños y con planes. Sin ilusión por la figura que un día creyó suya. Y el mundo desaparece. Y ella vuelve a caminar con miedo, y vuelve a repasar cada noche las palabras que más felicidad pudieron proporcionarle. Eran sus palabras. Suyas. Las de él.

Palabras que ya no existen. Que quedan lejanas. Que quedan guardadas dentro del baúl que todos abrimos cuando necesitamos recordar algo que nos hizo sentir realmente vivos.

 

-Tengo miedo de no volver a sentir en toda mi vida lo que siento estando contigo

2 comentarios

laura -

Hola Alex..este post es muy triste, pero ya sabes...es casi imposible negar la tristeza cuando es ésta lo único que te inunda..y el post de 65 palabras, son las palabras que dice el chico en la película (ojalá las hubiera sabido escribir yo)...
Pero me temo que vas a tener que aguantar, a partir de ahora,muchas palabras tristes por aquí..
Lo siento

Alex -

Hola Niña Sol.....Esto, suena a "punto final".....pero, en el amor no existe punto final.....solo hay punto y seguido....
¿Como se puede saber, si un amor es mejor o peor que otro amor?.....¿Conociendo, sufriendo y disfrutando de varios amores?....¿Quien decide, cuantas veces se enamora una persona en toda su vida?...
Supongo, (a mi me ocurre) que lo peor de todo ,es no entender muy bien ,porqué ocurren ciertas cosas.....
Porqué,un amor tan grande...de repente y sin explicación aparente....se transforma en un simple amor de verano....y no tengo nada en contra del amor de verano.....siempre que las dos personas ,sean conscientes de su temporalidad y esten de acuerdo en todo lo bueno y lo malo ,de una relación de estas caracteristicas.
Si la situación es irreversible....tendras que aceptarlo....No se puede "imponer" el amor por "decreto ley"....
Besos, Laura.