Cables
Conexión y compenetración. Me resulta indiferente. Y a veces son dos cosas distintas, y otras veces se convierten en sinónimos. Sinónimos cuando todo va bien. Cuando aparece ante ti (y se queda) esa persona aparentemente perfecta, esa persona que le gusta estar (por y para ti). Esa persona que dedica su tiempo a comprenderte. Y entonces tú piensas que es necesario que esos cables que unen esa conexión entre ambos se mantengan intactos, que no se desgasten, que no se rompan. Y entonces algo falla, y se produce ese cortocircuito que te deja a oscuras, y a solas. Y en esa oscuridad, y en esa soledad, piensas qué pudo haber fallado, qué es lo que faltó, o qué es lo que pudo sobrar entre los dos. Qué parte de la historia falló: el principio, el nudo o el desenlace. Tu cabeza puede dar tantas vueltas, que de repente puedes pensar que fallaste en todo. Que debiste hacer uso de otro tipo de palabras al principio de conocerle, o que debiste acompañarle aquel día para que no regresara solo/a, o que al final tuvieras el valor suficiente como para volver la cabeza, ir en su busca, dar dos pasos y cogerle del brazo, regalarle una última caricia, una última y bella caricia, sin decirle nada, y que por sí mismo/a vuelva a encontrarse con la duda de si abandonarte o no. Entonces prolongas el silencio y esperas que esta vez se quede y que rompa ese triste desenlace, y que vuelva a unir los cables que se rompieron, y que provocaron que esa compenetración se extinguiera. Entonces sigues a oscuras, y no vuelves a ver la luz, te entra miedo y pánico, dos cosas que juntas provocan un gran malestar. Y sumida/o en este malestar te resulta imposible dar ese paso imprescindible, o dar ese grito necesario para que se gire y vea que estás perdida/o; y que necesitas que vuelva a hacerse la luz, y que vuelvas a encontrar el camino, pero a su lado. Todavía a su lado. Porque tú, y sólo tú sabes que es la persona que necesitas, la persona que no debe desaparecer de tu vida simplemente porque unos jodidos cables hayan decidido romperse, o porque sean tan débiles que al mínimo descuido se hayan roto. Entonces, si tienes la maravillosa suerte de que las cosas sucedan a tu antojo y necesidad; esa persona vuelve, y te da luz, y te aporta el brillo y la claridad que necesitas tener. Y se reenlazan los cables, y vuelves a confiar en la vida.
1 comentario
Alex -
¿No conoces a nadie ,que esté enamorado de tí, pero tú ,no sientes lo mismo por él?....
De verdad, Laura, lo que te ocurre a tí....es muy normal y ocurre a muchas personas todos los dias....
La diferencia está....en que los puñeteros sentimentales...lo sufrimos más....¿Ok?
Besinos...Niña Sol