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Pequeña

Como los días que no vendrán

Nada como un vaso de leche fría, muy muy fría. Nada como una tarrina de nata compartida en invierno. Nada como un viaje inesperado. Nada como un plan espontáneo, nada como encontrarse con esa carta que querías leer. Nada como madrugar para contemplar esa sonrisa que para ti es un regalo. Nada como un sueño que no quieres contar porque quieres que sea sólo para ti. Nada como decir lo que sientes. Nada como acudir en busca de un abrazo y alcanzar ese auxilio ante tu socorro. Nada como otras manos cálidas que te sequen las lágrimas sin pedirte nada a cambio. Nada como no sentirte sola, nada como pasear sin prisa, sin relojes, sin tiempo... Nada como tumbarte sobre la hierba fresca y mirar hacia arriba, nada como dormirte con ganas de volver a despertarte. Nada como un recuerdo que no olvidas porque te hace feliz. Nada como esa fotografía que está presente todos los días de tu vida. Nada como encontrar un sitio, como encontrar tu propio hueco. Nada como esa imagen que tu mente no puede borrar. Nada como todas esas palabras que te han ido haciendo feliz a cada instante. Nada como el tiempo gastado en las cosas más importantes. Nada como abrir tu corazon, y dejar que lo mimen, y que lo hieran en su justa medida, nada como ser suficientemente fuerte como para volver a abrirlo sin miedo a nada. Nada como autoregalarte ese anillo que te gusta y que quieres tener. Nada como esas noches en las que tú y sólo tú sabes lo que estas esperando y necesitando y aún sigues con una pequeña porción de esperanza. Nada como cantar por la calle sin vergüenza. Nada como las noches de fiesta marcadas por los saltos, por las caídas y por las chocolatinas. Nada como las noches sin dormir. Nada como los días felices. Como los días que ya se fueron, como los días que no vendrán.

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