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Caricia

Caricia

Hace algún tiempo alguien me dijo que su manera de cerrar su mano era tal y como los bebes hacían. Y ahora veo fotos de bebés, con esos ojos tan grandes y fijos, con esa piel suave y clara, y es que están hechos de ternura. No hay duda ninguna. Y hechos de amor, porque del amor vinieron a este mundo. Por esta razón, ellos, los bebés... cierran sus manitas dando lugar a un puño inocente, pequeño, inmóvil. Al contrario que nosotros... nosotros no dejamos que ese pulgar pase y se esconda... Y es que sigo pensando que las manos solamente deberían emplearse para transmitir el amor que llevamos y cultivamos dentro de nosotros mismos. Transmitir amor, y la dulzura que lo define. Y acariciar, y aliviar y alisar otra piel... y estar ahí, sintiendo esa piel, esos dedos suaves que no dudan tampoco en devolvernos esa caricia, que (después de un tiempo, y tras darte cuenta) se convierte en la caricia de tu vida.

Y sí, es un instante, no vuelves a sentir esa caricia. Pero vives segura de ti misma, segura y pensando que volverás a sentirla. Que ese tipo de caricia volverá a darse en cualquier centímetro de tu piel.Pero no... esa seguridad decae, y la caricia no vuelve.

Sólo queda mi mano, y mis dedos... y mis centímetros de piel.

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