Blogia
Pequeña

Podías haber sido tú

Me quedo con ganas de decirte que ojalá hubiera podido verte con otros ojos, que ojalá hubieras sido distinto, que ojalá me hubieras mentido, que ojalá hubieras actuado de otra forma, y no hubieras caminado tan delante de mí. O tan detrás. Que ojalá hubiéramos ido al mismo compás, y que ojalá hubieras sabido leer en mi boca sellada, y escuchar en mis ojos. Todo lo que quería decirte.

Me quedo con ganas de decirte que te he soñado, y que has aparecido antes y después. Antes de saber quien eras, y después de pensar que quizá no eres tú. Y es que el tiempo me dijo que tal vez podías ser tú, que podías servir a mi corazón, y a mi interior, y a mis manos. Y es que siempre el tiempo se equivoca conmigo. Siempre me pone a prueba, y siempre es la misma. Pero siempre caigo. Soy como esos ratoncitos de los dibujos animados, que saben que probar durante un segundo esa porción de queso les va a matar, y aún así, prefieren morir. Pues, bueno, más o menos, y aunque en cierto modo yo no lo prefiera, me quedo con el dolor y la decepción, mientras durante un segundo imagino cómo hubiera sido todo contigo, si me hubieras mirado a los ojos y me hubieras dicho que querías disfrutar de la vida, pero no cómo tú querías. Tenemos diferentes modos de concebirla, y de vivirla, claro. Tú prefieres saborear la miel en bocas que digan “te quieros” donde detrás no hay un sentimiento que se mantenga quieto y estable en el último de esos escalones que hay que subir juntos y al mismo tiempo para que todo pueda salir bien. Yo prefiero escuchar un “te quiero” que se asiente en la verdad y en las ganas de que esa voz siga repitiéndose, viéndose acompañada de una caricia cálida y un abrazo de noche. Por esto, y por mucho más, estoy segura, somos diferentes. Pero tampoco el tiempo me muestra cómo es cada uno hasta que no pasan unos días, sólo unos pocos me sirven, para saber qué hay detrás de cada persona. Sin embargo, no fue culpa tuya, fue mi error, mi gran error el pensar durante un par de meses que eras esa persona que yo quiero encontrar, y que no está por ningún lugar de esta ciudad. Te otorgué muchos valores, muchas palabras que quería escuchar de tu boca. Te otorgué una manera de vivir similar a la mía. Y no, no quiero a alguien como yo, no quiero a alguien que piense, actúe y viva igual que yo, pero sí quiero a alguien que me haga sentir especial, única de entre todas las demás. Alguien por quien la otra persona vive. Uno de los primeros motivos en su lista por los que se levanta y se viste rápido para salir a encontrarme. Uno de los primordiales alicientes por los que la otra persona ni se plantea el hecho de tener miedo a la vida. Una de las cosas más preciadas que la otra persona se niega a perder, por nada del mundo.

Me quedo con ganas de decirte, que con diferentes matices, podrías haber resultado perfecto, y te hubiera comido en la distancia, a unos pocos metros, el uno del otro. Y a lo mejor no te hubieras dado cuenta, pero lo habría hecho. O tal vez ya lo he hecho, pero tampoco has sido capaz de verlo. Me quedo con todo el tiempo del mundo para pensar por qué no has tenido que ser tú, pero intento que no me preocupe. Porque quiero creer que tienes muchas cosas buenas en ti que sí pueden hacer feliz a otra persona.

Me quedo para decirte que en realidad no me arrepiento de haberte pensado como te pensé, ni de haberte besado. Tal vez fueron los más cortos pero más intensos minutos que he vivido en estos últimos meses. Y sólo por eso, aunque para ti fuera mentira, aunque no te supiera a nada... te doy las gracias. Las gracias más sinceras que ha podido darte nadie.

1 comentario

Maria -

La verdad que hay muchos te quieros que se dicen rapidamente, se quiere demasiado pronto o mejor... se cree que se quiere demasiado pronto.

Buff, te he dicho alguna vez que me encanta como escribes? Siento ser taaan pesada...pero esq es así