Blogia
Pequeña

Iluminándome

Nunca debí rechazar su invitación al circo. De esa manera, habría recordado la felicidad que se siente cuando se es pequeño, y las preocupaciones no van mucho más allá que de simples y aparentes problemas como los de no tener suficientes cromos para intercambiar o un compañero para la próxima excursión al campo. Nunca debí rechazar su invitación a la vida. De esa manera habría recordado que yo también tengo vida, y que tengo mis días, y que debiera gastarlos en ser feliz, o al menos, en intentarlo.

Cuántas veces he oido que por intentar no se pierde nada.Cuantas veces he oido tantas risas procedentes de mi boca y palabras derrochando felicidad de mi voz. Y la siguiente más alegre que la anterior... Pero cuantas veces oido que el  “tempus fugit” y cuantas veces he esperado a que viniera alguien y me dijera: “Todavía queda tiempo para ti”, “tu vida va a cambiar” o “confia en los milagros, porque de verdad que existen”.En realidad no se si es eso lo que quiero escuchar, o solamente quiero ganas de vivir. A lo mejor me quedé anclada en aquella tarde, jugando al escondite, queriendo encontrar esas ganas que quizá escondí en algun rincón de algun césped de algun parque.

No sé si volviendo a ver un circo, si viviendo, o simplemente esperando que pase el tiempo, encontrare el escondite. No sé si tendré suficientes fuerzas para intentarlo de nuevo, no sé si estoy esperando algo, y mucho menos, si lo estoy haciendo, por qué... No sé si todavía me quedan palabras felices, o risas finitas. No sé si quiero hablar de la vida que cada vez me dice menos, o quiza sea por dias, y en este momento no tenga en mi cabeza mas ideas para escribir sobre otras cosas muy diferentes a estas.

No sé si quiero que venga alguien y me pinte de rojo las mejillas y me abra la ventana a la vida. Y escaparme, sin alas, pero escaparme, y volver cuando asi lo crea necesario. Sin lagrimas, sin pena, sin rabia. Sin alas, pero con ganas de vivir, al menos, un dia entero de mi vida. Con los ojos bien abiertos, a poder ser, brillando. Con la boca abierta, sonriendo, adquiriendo la luz del dia, iluminándome. Y, si puede ser, cuando vuelva...que pueda empezar yo a iluminar. Y sin alas, sin lagrimas.

0 comentarios