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Pequeña

Estropeándolo todo

Quería escribirte estas palabras para hacerte saber que se quedó grabada en mi cabeza tu risa. Y se quedaron grabados tus labios en mi mente, y tu voz en mi cabeza, y tu tacto en mi piel y tus manos en las mías y tus ojos en el reflejo de los míos y tu suavidad en mi espalda y tu cuello enredado con el mío. Quería escribirte para decirte que mi mente me pide paz, paz que jamás pudiste darme, paz que jamás me regalaste ni proporcionaste. Quería escribirte estas palabras porque me faltó decirte que tú terminaste siendo más cobarde que yo. Que tu boca sufrió un gran desenfreno al ir prometiendo en cada palabra. Al ir afirmando. Creo que las suposiciones en la vida no sirven de nada. Y lo más triste, es que después de un largo tiempo, me he dado cuenta que las palabras tampoco sirven, porque las palabras se tornan mentiras cuando alguien las usa y las manipula de tal forma que parecen verdades. Las verdades más grandes. Las verdades más verdaderas. Y al final nada te salva, ni las verdades, ni las mentiras... Todo te deshace. Y quieres recomponerte, sin pensar, actuando simplemente porque sabes que todavía te queda parte de vida que disfrutar.

Creo que no siempre las palabras nos salvan. Creo que es mejor dejarlas salir sin que pasen por nuestras manos, y queden manejadas. Creo que las manos acaban ahogando, estropeándolo todo

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