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Pequeña

El frío

El frío cala demasiado hondo. Estoy sufriendo el frío de una manera extraña, porque hay días que quiero que haga un poco de frío para sentirme viva, pero hay otros días, otras tardes otras noches en las que el frío me vuelve más pequeña, y me encojo y aparento ser aún más pequeña. Y entonces quiero llegar pronto a casa, y mis pies empiezan a andar más deprisa, para abrir la puerta y poder cobijarme con mi manta. Y entonces imagino el frío desde fuera. Creo que el frío no debería durar tantos meses. Creo que los huesos lo sufren demasiado, y creo que la mente cambia, porque con el frío llega la navidad, y a veces nos volvemos más vulnerables. Y todos los años me ocurre lo mismo: me sobra vulnerabilidad. Sufro cambios de estado, y hay días que lo veo todo de color rosa fresa, fuerte fuerte, y otras veces todo es gris, como esas nubes que están a punto de llorar en las tardes otoñales. Hay días que quiero tener mil cosas por hacer, para no pensar en el frío ni en la navidad ni en las cosas malas que nos pasan ni en las personas que no están con nosotros porque no pueden estar o porque ya se fueron.

Pero aunque son simplemente días, son siempre nuestros días. Forman parte de nuestra vida, y por ello deben ser especiales al menos, durante un segundo.

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